¿Y las volantas?
A un mes de iniciadas las famosas volantas o retenes disfrazados de módulos de seguridad ya nadie habla de ellos. Ni el gobernador, ni los alcaldes, ni los jefes de las diversas policías. Pareciera que fue una llamarada de petate, una ocurrencia, un acto para la foto. En cualquier caso, son lo que sea menos una política pública, pues, después de los grandes éxitos del primer fin de semana -tres detenidos y dos armas confiscadas- ninguna autoridad nos ha reportado avances ni resultados.
En enero y febrero los asesinatos se redujeron en Jalisco. No fue producto de una política pública específica, sino simple y sencillamente “ellos,” esos que nos dicen las autoridades que “se matan entre ellos”, dejaron de matar a algunos de los “otros ellos”. La reducción nada tiene que ver con las volantas, pues los resultados son anteriores a su implementación. Ni con la presencia disuasiva de la Guardia Nacional, pues son tan discretos que no disuaden ni a un perro de dejar hurgar en la basura. Tampoco tiene que ver con los cambios en la Fiscalía y la Policía Metropolitana que se hicieron para no cambiar nada. Podríamos pensar que algo se hizo bien el año pasado o los años anteriores, pero tampoco está muy claro qué. Los asesinatos también se redujeron en la Ciudad de México y en Tamaulipas, no así en Michoacán, Guanajuato, Zacatecas y Nuevo León. ¿Se movieron “ellos”? Es lo más probable.
Como los resultados no fueron los esperados para presumir “un ataque frontal a la delincuencia” simplemente los olvidaron
Los gobernantes se quejan de que no se reconoce el esfuerzo y los avances en seguridad. Los ciudadanos nos quejamos de que no hay claridad en la política pública, de que no tenemos certeza de que esas cifras que bajaron hoy no volverán a repuntar mañana. La razón de la desconfianza es muy simple: el aumento o descenso de los delitos no tiene que ver con acciones municipales, estatales o federales, sino con la voluntad de confrontación del crimen y las necesidades de su negocio.
Cuando hace un mes se anunciaba con bombo y platillo la genial idea de los retenes de despistolización lo único que teníamos claro es que serían flor de un día, que esa película la habíamos visto una y otra vez cada sexenio y que no habría continuidad en la política. Como los resultados no fueron los esperados para presumir “un ataque frontal a la delincuencia” simplemente los olvidaron.
La seguridad dejará de ser la consecuencia del humor de los grupos del crimen organizado y responderá de las decisiones del Estado cuando las políticas no respondan a la moda en turno sino a una visión de largo plazo.
diego.petersen@informador.com.mx