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Xóchitl, racismo y soberbia en Palacio

Todos son perfectos, hasta que se equivocan. Esta vez los genios de la comunicación de Palacio Nacional se equivocaron y gacho. En su afán por descarrilar a quien ni siquiera es aún la candidata del Frente, Xóchitl Gálvez, atacaron por el lado equivocado y no han hecho sino crecerla como espuma de chocolate.

Caricaturistas y articulistas cercanos al movimiento obradorista se lanzaron con furia contra Gálvez porque, dicen, que “no es indígena de verdad”. No sólo es un acto de discriminación y racismo, de esos que condena continuamente el Presidente, sino que lo han convertido en tema de conversación y discusión en redes. Una discusión que no se puede ganar por una sencilla razón: cuestionar quién sí es y quién no es indígena es en sí mismo un acto discriminatorio. Están cometiendo exactamente el mismo error que cometió Lorenzo Córdova cuando se burló de un indígena por su forma de hablar. Con una diferencia: Córdova lo hizo en una conversación privada que fue ilegalmente grabada y difundida. Los articulistas y cartonistas pro 4T lo publican en medios y gritan a toda voz: no se puede ser indígena y empresario; no se puede ser indígena y vivir en Polanco; no se puede ser indígena y clasemediero. Uno de ellos se atrevió a escribir que “ser indígena es una condición de marginación” (sic).

En este país, de acuerdo a una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cito, “la auto adscripción es el criterio para determinar si una persona es indígena, pues la definición de lo indígena no corresponde al Estado. Es prerrogativa de quienes tienen conciencia de pertenecer a un pueblo o comunidad indígena definirse como tales”. Si la senadora, hija de padre indígena y madre mestiza se considera indígena es su derecho. Lo que opinen los corifeos de Palacio resulta intrascendente, salvo que han convertido su pifia en tema de conversación. 

Acostumbrados a dictar desde el salón Tesorería de Palacio Nacional, los ensoberbecidos generadores de la comunicación obradorista se equivocaron. Ganaron, para usar sus palabras, medalla de oro en nado sincronizado. El problema es que se les vieron demasiado las cuerdas a las marionetas: mismos argumentos, mismas palabras, mismos errores, y lo peor, metieron al Presidente en el mismo baile. Al mostrar los cartones discriminatorios en la mañanera y decir que ella es la elegida de “los de arriba” no hicieron sino crecerla.

En el futbol y en la política la soberbia es el mayor de los pecados y el que más caro cobra. En Palacio están más ocupados en denostar que en entender por qué Gálvez genera emoción entre los opositores y los votantes de clase media. Alguien tiene que recordarles que algún día ellos fueron esa oposición desdeñada por el poder.

diego.petersen@informador.com.mx

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