Xóchitl, ¿fin del invierno?
Una golondrina no hace verano, pero alienta la esperanza de quienes han padecido el invierno.
El evento de la candidata opositora Xóchitl Gálvez el domingo pasado en la Arena México despertó la emoción de una vapuleada oposición. Fue la primera de cal después de semanas y meses de tragar carretadas de arena, donde nada le salía bien a la candidata que el verano pasado había despertado cierta ilusión en las clases medias urbanas.
Oficialmente fue el discurso del fin de la precampaña; en realidad fue el primero de la campaña, de una campaña que no prendía atorada en el jaloneo natural de los partidos en época de nominación de candidatos y reparto de huesos, los pocos que tienen asegurados.
El mitin y el discurso exitoso llegaron a tiempo. Es cierto que nada cambió el domingo en términos de intención de voto. La distancia con Claudia Sheinbaum sigue siendo la misma: 15 puntos según los aliancistas; 30 de acuerdo con los morenistas. En cualquier caso, es un abismo electoral. Y si bien se antoja complicadísimo remontar, más aún lo era emocionar a sus propios seguidores para que creyeran en una campaña que se desmoronaba. Lo que cambió el domingo fue el estado de ánimo.
Si Gálvez hubiese llegado a la intercampaña, ese extraño periodo en nuestro calendario electoral entre las precampañas y las campañas oficiales en las que no se permite hacer prácticamente nada salvo respirar, sin esa dosis de emoción que fue el discurso del domingo, esos 45 días que faltan para el arranque formal de las campañas el 1 de marzo hubiesen significado una muerte lenta por inanición y el desmoronamiento de su candidatura. Fue en el último momento, es cierto, como sea, logró subirse al tren y está en el tren.
Algo hicieron bien en la oposición, pues los bots morenistas lo más que atinaron fue a criticar el uso del telepromter. Y eso que hicieron bien fue encontrar un tono y un contenido en el discurso capaz de conectar de nuevo con sus votantes, los de siempre, que no quedan muchos, más aquellos que no están de acuerdo con el Presidente o que no ven en Claudia Sheinbaum una candidata atractiva.
Convertir la golondrina que promete el fin del invierno en un verano que le de calor a la candidata requerirá de una enorme disciplina de los partidos para dejar de lado los conflictos por las candidaturas y el protagonismo de sus dirigentes. Porque la batalla más importante de Xóchitl y la Alianza no es contra López Obrador o Morena, sino contra ellos mismos, contra esa forma anquilosada de ver y hacer la política y entender (quizá tengamos que decir malentender) al país.
diego.petersen@informador.com.mx