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Xóchitl, ¿atascada en el lodo?

¿Está atascada Xóchitl Gálvez en el lodo de los partidos? Sí, sin duda. La campaña de la principal candidata de oposición está sufriendo un ataque de intrascendencia. Está cometiendo muchos errores, pero eso no es lo importante. Lo importante es que a nadie le importa y, en términos prácticos, eso significa estar fuera de la contienda.

Adelantar las campañas, caer en el garlito de López Obrador de cambiar los tiempos electorales, le está costando mucho a la candidata opositora. ¿Dónde está la Xóchitl irreverente, directa, capaz de llegarle a la gente con un discurso sencillo, sincero y franco? Donde no debe de estar: negociando una a una las candidaturas del Frente, gestionando la unidad, tratando de mantener unido lo que por naturaleza busca separarse. Adelantar las precampañas significó que las candidatas, tanto Xóchitl como Claudia, llegaran al complejo momento de las decisiones internas de los partidos ya con la responsabilidad de ser la candidata paraguas, de la que dependen todas las demás campañas. Nadie les cree que ellas no tuvieron nada que ver en la candidatura de sus respectivas coaliciones en la Ciudad de México y el resto de las gubernaturas y, sin embargo, ambas salieron raspadas de un proceso electoral manipulado que respondió a acuerdos previos de los partidos que componen sus coaliciones. La diferencia es que en Morena los procesaron todos en un solo día: Claudia se tragó los sapos de un trago. Por el contrario, en la oposición cada candidatura es un drama y una carretada de lodo al camino de su candidata.

Las pifias de Xóchitl en los últimos días no son sino el reflejo de una campaña en la que nadie cree, ni siquiera la misma candidata. Fue muy fácil para la exsenadora panista controlar el discurso cuando hablaba por ella misma: hoy habla por tres partidos radicalmente distintos. Lo que diga será festejado por uno y rechazado por los otros dos. La falta de claridad discursiva se traduce en una palabra terrible para una campaña: irrelevancia. Este y no otro es el verdadero problema de Xóchitl Gálvez. Lo único peor que las reacciones negativas a su apoyo a Milei (Gálvez parece haber olvidado que esta elección se juega por el centro y lo más cargado posible a la izquierda) o sus ganas de no comerse las candidaturas de sus partidos (con Taboada ha de bailar, aunque no le guste) es que a nadie le importe lo que opine, y eso está a punto de suceder.

Faltan siete largos (desde la perspectiva del partido en el poder) o cortos (visto desde la oposición) meses para las elecciones. Para Xóchitl, cada día que pasa atrapada en el lodo es uno menos para recortar la distancia. Salir del atascadero depende de ella y sólo de ella.

diego.petersen@informador.com.mx

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