Venezuela, ¿fin del chavismo?
A cinco días de la elección de Venezuela la tendencia en las encuestas publicadas marca el fin de una era. El presidente Nicolás Maduro sería derrotado abrumadoramente por el candidato de la oposición, Edmundo González (hay otros seis candidatos que juntos no llegan al diez por ciento). Las alarmas están encendidas en el Palacio de Miraflores. El chavismo, el movimiento social que llegó al poder de la mano de Hugo Chávez en 1998 y se perpetuó a lo largo de 26 años con todo tipo de argucias legales y descarrilando antidemocráticamente a los opositores, está a punto de encontrar su final de la misma forma en la que llegó: por las urnas.
La llamada “Revolución Bolivariana” comenzó como un movimiento reivindicatorio de las clases populares golpeadas económicamente por la hiperinflación y desoídas por una élite empresarial y política profundamente corrupta. Se le consideró incluso como una nueva etapa del socialismo post soviético y un modelo a seguir por gobiernos y partidos de la izquierda latinoamericana.
Hugo Chávez fue uno de los líderes más controversiales de los albores del siglo XXI. Ganó abrumadoramente la presidencia, controló la Asamblea Nacional y desde ahí modificó la Constitución y las instituciones del estado para perpetuarse en el poder. Sobrevivió a un intento de golpe de Estado, pero no al cáncer. Después de casi 15 años entregó una presidencia con poder absoluto a su sucesor, Nicolás Maduro, y una economía hecha pedazos a base de decisiones populistas y desprecio del conocimiento. Todos los indicadores de bienestar se fueron al suelo y la diáspora venezolana es una de las más grandes de la historia latinoamericana, solo comparable con la cubana o la haitiana. Casi 7 millones de venezolanos, -una cuarta parte de la población- ha tenido que salir de su país por razones políticas o económicas.
Durante años, Maduro encarceló o descarriló truculentamente a todo aquel que pudiera hacerle sombra electoral. Llegó el momento en que eso no es suficiente. La única esperanza que tiene ahora el régimen chavista es desincentivar el voto, hacer todo lo posible para que los venezolanos no salgan a votar el próximo domingo y ganar solo con el voto de la burocracia controlada. Maduro, que busca su segunda reelección, amenazó incluso que de perder las elecciones “habría una guerra civil, un baño de sangre” a lo que el presidente de Brasil y líder moral de la izquierda latinoamericana, Luiz Ignacio Lula da Silva, respondió con elegancia: “si pierdes las elecciones lo que tomas es un baño de votos … Maduro tiene que aprender: cuando ganas, te quedas; cuando pierdes, te vas”. Fue un claro mensaje de que Brasil, el gigante de Sudamérica, no reconocerán un gobierno que no gane en las urnas.
El poder es veleidoso. El que lo tenía todo para sí un día amanece y no tiene nada. El próximo domingo podríamos asistir al fin del chavismo, admirado por unos, detestado por otros, pero a fin de cuentas uno de los movimientos de mayor influencia política en el mundo en el siglo XXI.
diego.petersen@informador.com.mx