Ideas

Sheinbaum y la iglesia católica

El Pacto por la Paz que propuso la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), que reúne a los obispos de la iglesia católica, descolocó a Claudia Sheinbaum y dejó muy contenta a Xóchitl Gálvez. La razón es muy sencilla; más allá de quién tenga la razón en el diagnóstico, el documento es una dura crítica al fracaso de la estrategia del Presidente López Obrador y en particular a la militarización de la seguridad pública en México. 

La candidata de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” no se podía dar el lujo de no acudir a la convocatoria de los obispos, pero tampoco de comprometerse con un documento que critica la gestión del Presidente López Obrador. A pesar de la evidencia, Sheinbaum dijo que no estaba de acuerdo con el término militarización y que tampoco podía aceptar del diagnóstico que habla de la desesperación de las comunidades. 

Para cualquier observador es bastante claro que entregar la Guardia Nacional es militarizar la seguridad. Eso significa militarizar y no otra cosa. Podemos discutir si eso es bueno o malo para el país, si había o no otra opción, si las Fuerzas Armadas son de fiar o no, si son menos, más o igual de corruptas que otras corporaciones, si el Ejército es pueblo bueno, malo o regular. Lo que es un absurdo es discutir el significado de las palabras: militarizar es someter algo a una disciplina militar, y eso fue lo que se hizo con la Guardia Nacional y decenas de otras funciones del Estado mexicano.

El segundo gran desacuerdo de Sheinbaum con el análisis de la iglesia católica es que el documento habla de la desesperación y angustia de los pueblos ante la creciente ola de violencia. Firmar eso significa aceptar el fracaso de la estrategia del actual Gobierno y poner en duda aquello de que el pueblo está feliz, feliz, feliz. Claudia no lo iba a firmar porque, por ahora, no se puede dar el lujo de hacer enojar al hombre de Palacio.

Independientemente de que tenga o no razón (las evidencias no están a su favor), el diagnóstico de la iglesia católica puso a la candidata en serios aprietos. Sin embargo, es claro que no firmar habría sido peor. La gran pregunta es si la iglesia va a inclinar la balanza electoral. Aunque sin duda el partido oficial va a resentir el recargón de los obispos, difícilmente las opiniones dictadas por los curas desde el púlpito van a mover la elección. Lo que es claro es que en caso de ganar (que hoy por hoy es lo más probable), Sheinbaum tendrá en la CEM un interlocutor mucho más complicado de lo que ha sido para López Obrador.

Más allá de las adendas, la firma significa que Claudia se está dando por enterada de hacia dónde caminará la política de la iglesia católica en materia de seguridad. El próximo sexenio vamos a ver obispos mucho más activos y una iglesia menos dócil con el poder. Sobre aviso, dice el dicho, nadie se puede llamar a engaño.

diego.petersen@informador.com.mx

Síguenos en

Temas

Sigue navegando