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Salud: algo huele mal en Dinamarca

Por quinta ocasión el Presidente dijo que ahora sí, este año habrá un sistema de salud en México que sea “universal, eficaz y gratuito… sigue en pie lo de Dinamarca”, insistió. Pero, “algo huele mal en Dinamarca…” como escribió Shakespeare en Hamlet. 

Lo primero que habría que cuestionar es por qué le debemos creer al Presidente que ahora sí va a suceder, si en cuatro ocasiones anteriores lo ha prometido y no lo cumplió. Sin embargo, eso importa poco. Los creyentes son eso, creyentes, porque tienen la capacidad de mantener la esperanza, sea en el Cielo, en el Nirvana, en la Refundación o en la Cuarta Transformación. A pesar de que la realidad y los representantes de dichas promesas les den en cara una y otra vez, los creyentes se mantendrán firmes en su fe religiosa o política. 

Olvidémonos de comparaciones imposibles. La pregunta es si hay posibilidad de que tengamos al final de sexenio un sistema de salud al menos como el que tenía México antes de 2018. Un sistema que, sí, era desigual, corrupto, burocrático e ineficiente. El de hoy, suponiendo sin conceder que es menos corrupto, es más ineficiente. Y si acaso es más igualitario es porque igualó los servicios a la baja. La abrupta, y visto a tres años de distancia, absurda anulación del Seguro Popular sin tener un sistema que lo supliera; la cancelación del sistema de compra de medicinas con la consecuente ruptura de las cadenas de suministro y, sobre todo, la falta de inversión en infraestructura hospitalaria hacen imposible la reconstrucción del sistema en lo que resta del sexenio, no digamos en unos meses.

El sistema de salud mexicano debe ser, al igual que el de educación, universal, eficiente y gratuito. Todos, o casi todos estamos de acuerdo con ello. ¿Cuánto cuesta eso?, ¿cómo lo vamos a financiar?, ¿cuánto tiempo nos va a llevar construirlo?, ¿cómo evitamos que se burocratice y se deshumanice? Eso es lo que deberíamos estar discutiendo para tener un verdadero plan de salud a diez o quince años y no si le creemos o no a un Presidente mesiánico y pagado de sí mismo.

La universalidad de la salud no existirá por decreto mañanero. Eso es rollo para los creyentes, no medicina para los pacientes. Alguien, en los equipos de los precandidatos de Morena y en los de quienes pretendan ser candidatos desde la oposición, debería estar ya trabajando en un proyecto de salud universal serio y sustentado a mediano plazo. Porque lo único seguro es que la triada López Obrador-Alcocer-López Gatell entregarán en 2024 un sistema de salud destruido y una Dinamarca con olor a podrido.

diego.petersen@informador.com.mx

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