Presupuesto universitario; para salir del laberinto
A la calle otra vez. La Universidad de Guadalajara anuncia que mañana habrá marcha y que marcharán por los mismos motivos por los que lo han hecho en la mayoría de las ocasiones durante los últimos años: el presupuesto.
El dinero en educación, lo sabemos, nunca será suficiente, siempre habrá déficit de recursos para escuelas, preparatorias o universidades porque siempre hay algo que se puede hacer mejor en pro de los alumnos, el conocimiento o la cultura. Así, resulta muy complicado saber si las demandas de los universitarios no sólo son justas, sino incluso si tienen límite. Traducido a política, el gran dilema de los gobernadores es si el dinero invertido en la universidad es el mejor destino posible y el reto es saber en qué momento un peso extra deja de tener el rendimiento adecuado, pues la ecuación claramente no es lineal. Si el Gobierno del Estado y el Congreso tienen que decidir a dónde mandan cada peso y en ellos está la responsabilidad de gastarlo bien, medir el rendimiento social resulta fundamental para tener criterios de asignación.
Nunca lo han hecho y en esta ocasión tampoco lo harán. El nivel del debate es muy bajo y la lupa no está ahí. El gobernador y los obedientes diputados han decidido no dar más dinero a la Universidad por razones políticas, por el simple hecho de que sus antiguos aliados, Raúl Padilla y el grupo político de la universidad, ahora son sus enemigos. Con ese argumento hay muy poco que discutir, pues se trata de un acto -otro más- de machismo político: porque digo yo.
Para salir el laberinto hay que debatir a la universidad y su presupuesto de cara al futuro, no de cara a la coyuntura electoral en puerta
La paradoja estriba en que el gobernador Alfaro, en su afán de ser más papista que el Papa, esto es, que quiere más a la Universidad que los propios universitarios, pues su padre fue rector, se dedicó todo el año pasado a inaugurar planteles bajo el lema de “Obras son amores” (un slogan por cierto cursi y trillado, pero ese es otro tema) como si lo importante en una universidad fueran los edificios. Por supuesto que la infraestructura es fundamental, pero la universidad la hacen los maestros y los alumnos y cada aula nueva, suponemos, es para tener más maestros y más alumnos, y para eso se necesita más presupuesto.
Nada va a cambiar con la marcha del miércoles. No habrá más dinero ni mejores o peores alumnos y maestros. Lo único que va a cambiar es el ambiente político que será un poco más crispado, con mayores argumentos para acusarse mutuamente.
Para salir el laberinto hay que debatir a la universidad y su presupuesto de cara al futuro, no de cara a la coyuntura electoral en puerta, mucho menos en torno a los personajes que hoy están en uno y otro lado.
diego.petersen@informador.com.mx