No olvidar a Pablo, el gran reto de Lemus
Mucho se ha hablado de los retos que enfrentará a partir de mañana el Gobierno de Pablo Lemus en materia de desaparecidos, de seguridad pública, de la relación con el gobierno federal y particularmente de la estrechez presupuestal. Todos son problemas complejísimos que ya están ahí y que el nuevo gobernador de Jalisco tendrá que afrontarlos. Esas batallas no las escogió; tampoco puede evitarlas: es la maldita realidad. Sin embargo, el reto más complejo del nuevo gobernador será otro: ser fiel a su propia historia.
Pablo Lemus ingresó a la política electoral con mucho éxito hace nueve años cuando compitió y ganó el municipio de Zapopan como candidato externo de Movimiento Ciudadano. De 2015 para acá todo ha sido viento en popa para Lemus. Tuvo dos buenas gestiones en Zapopan lo que, aunado a una circunstancia política, le permitió llegar a la alcaldía de Guadalajara y de ahí a la candidatura a gobernador que ganó con casi cinco puntos de diferencia (político sin suerte no es político). Pero la carrera política, en el sentido más amplio de la palabra, de Pablo no comenzó en Zapopan sino en Coparmex, uno de los organismos empresariales que todavía tienen sentido, y luego en los medios de comunicación, donde fue conductor de noticias en Promomedios. Como dirigente empresarial y como periodista Lemus fue parte de un movimiento ciudadano (el de verdad, no el partido) que exigió transparencia, rendición de cuentas, mejoras al espacio público. Él mismo estuvo afuera de la Auditoria Superior del Estado de Jalisco exigiendo un auditor independiente. Apoyó la creación de un sistema anticorrupción encabezado por ciudadanos, una fiscalía anticorrupción con independencia y recursos suficientes, una contraloría que no respondiera a los intereses del gobernador, así como la creación de un instituto que garantizara el derecho a la información de los ciudadanos y que no encubriera a los gobiernos y los políticos en turno.
El gran reto de Lemus es ser congruente con la vida de Pablo. Hoy como nunca, con pleno poder, Pablo Lemus tiene la oportunidad de hacer algo a favor de todo aquello por lo que luchó hace veinte años. Ese será el más complejo de todos sus retos, pues las lógicas y necesidades del poder se contradicen todo el tiempo con las lógicas y necesidades ciudadanas. Es cierto, ya no es un activista, su responsabilidad a partir de mañana es representarnos a todos, como lo fue primero en Zapopan y luego en Guadalajara, pero hoy más que nunca, desde el poder, el ciudadano Pablo tiene la posibilidad de influir en que los anhelos de transparencia, acceso a la información y rendición de cuentas se parezcan más a lo que alguna vez demandó.
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