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Movilidad, la asignatura pendiente

Uno de los grandes déficits del gobierno saliente es la movilidad. Son muchas áreas donde podemos discutir si lo que deja el gobierno de Alfaro es mejor que lo que recibió. Hay dos puntos en los que el resultado es indiscutiblemente negativo: la desaparición de personas (tema del que hemos hablado en varias ocasiones en esta columna) y la movilidad.

La administración de Enrique Alfaro desapareció a la policía vial. Moverla a la Secretaría de Seguridad fue una decisión impulsada por una reforma federal que prohibió que hubiera elementos armados fuera de las secretarías y mandos de seguridad pública. La decisión que se tomó fue poner a los elementos de Vialidad en la Secretaría de Seguridad y crear una cartera dedicada solo al transporte público. En la práctica, la agenda de seguridad, siempre más urgente que cualquier embotellamiento, terminó por devorar y casi desaparecer a la policía vial.

La movilidad de la zona metropolitana quedó a su suerte. No había policías que ayudaran a destrabar los congestionamientos o suplieran las fallas cada vez más frecuentes de los semáforos. El alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, fue el primero en ver el problema y en un abarrotado partido de Chivas puso a policías municipales a dirigir el tránsito. Hoy tanto Frangie, reelecto en Zapopan, como la alcaldesa electa de Guadalajara, Verónica Delgadillo, han planteado la necesidad de crear agentes auxiliares de tránsito en los municipios que no podrán estar armados y que, merced al convenio con el gobierno del estado -que centraliza las funciones de movilidad, que de acuerdo con artículo 115 de la Constitución son atribución de los gobiernos municipales- tampoco podrán multar.

La crisis de movilidad en la ciudad y de la Policía Vial, que el gobierno de Alfaro entregará literalmente en los huesos, es una buena oportunidad para repensar la función y las atribuciones del estado y los municipios en materia de Vialidad. Desde la creación de la Dirección General de Tránsito del Estado de Jalisco en 1937 hubo muchas modificaciones: pasó de dirección a secretaría, cambió de nombre en cada sexenio, pero nunca se ha vuelto a discutir el papel de los municipios en la movilidad de la ciudad, repensar las necesidades y redistribuir funciones. 

La mala movilidad es en el origen un problema de planeación urbana. La pésima idea de desarrollar Tlajomulco o el norte de Zapopan tienen consecuencias irreversibles que nos afectan a todos. Un transporte público masivo y eficiente que permita a más personas moverse sin necesidad de automóvil está muy lejos aún de los niveles mínimos necesarios para una ciudad como la nuestra. Lo que sí podemos hacer, y es lo que esperamos de las autoridades electas, son esas pequeñas acciones para evitar o deshacer los nudos viales que hoy nadie las está pensando ni haciendo. 

diego.petersen@informador.com.mx

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