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La tragedia de Juárez, ¿quién paga la cuenta?

La tragedia de los 39 migrantes en el centro de detención de Ciudad Juárez va a pasar factura política al Gobierno de López Obrador. No hay manera que una negligencia de ese tamaño no tenga un costo político. La pregunta es, quién va a pagar la cuenta y cómo.

Los comensales que organizaron el desastre, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y el de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, le sacaron al bulto. Son los típicos que se paran al baño cuando llega la cuenta. Ninguno de los dos puso un pie en Ciudad Juárez, ninguno ha sido capaz de expresar el más mínimo sentimiento de solidaridad. Hay una sola gran preocupación y es que esto no les afecte de cara al 2024. El costo político tendrá que salir de la bolsa del Presidente López Obrador.

Son varias las facturas políticas que hay que pagar. La primera y la más cara es con la contradicción entre los dichos y los hechos. Tanto hablar mal del pasado, tanto acusar a los de atrás para acabar haciendo lo mismo o incluso peor. El maltrato a los migrantes no es un abuso de un centro de detención sino una política institucional. 

La tragedia de Juárez es el resultado fatal de malas decisiones desde hace cuatro años. La segunda factura es internacional. No hay manera que este tema no afecte la imagen de México y del Presidente en el mundo, las relaciones con los países centroamericanos, pero sobre todo que no se use en Estados Unidos para el golpeteo contra México, que ya venía encarrerado. La tercera factura es interna. En un equipo de Gobierno en el que el cargo no se corresponde con el encargo, donde no está clara la responsabilidad política y administrativa, la tragedia acabará por salpicar y enfrentar a todo el gabinete.

El capital político es para gastarse, para usarlo cuando se necesita. ¿Tiene suficiente el Presidente López Obrador para pagar la cuenta? Sí, sin duda e incluso para administrar el efecto. López Obrador tiene mucho capital político en su haber. Una parte la tiene en control institucional, otra en credibilidad y la mayor parte en popularidad. La oposición intentará que el costo sea el mayor posible (es lo que técnicamente se llama lucrar con la tragedia, tal como lo hicieron López Obrador y Morena el sexenio pasado con Ayotzinapa, o el PRI con los errores del Gobierno de Calderón, Fox con los de Zedillo, etcétera). Lo harán no porque crean en los derechos humanos de los migrantes, ni siquiera porque sean buenas personas, sino porque saben que entre más capital gaste el Presidente en este caso, menos tendrá para otras batallas.

No, Ciudad Juárez no será, como auguran algunos, el Ayotzinapa de López Obrador, el principio del fin, como sucedió a Peña Nieto, pero de que tendrá un alto costo para la denominada 4T, no tengamos duda.

diego.petersen@informador.com.mx

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