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La carambola del presupuesto constitucional de la UdeG

El presupuesto constitucional de la Universidad de Guadalajara es una excelente noticia. Como lo es también el del Poder Judicial del Estado. Que el presupuesto no dependa más de la voluntad política del gobernante en turno es el principio básico de la autonomía, y también el fin de un mecanismo de presión y chantaje. Ni el Poder Judicial tendrá que ir a pedir favores a Casa Jalisco, ni la Universidad tendrá que sacar a los estudiantes a la calle para exigir presupuesto, como lo hacía cada año. Ya encontrarán razones para salir a marchar, pero será otro tema.

El gobernador Alfaro dice que esta reforma es una convicción personal. No hay por qué dudar de sus palabras y menos aún de sus convicciones, sólo habría que preguntar, ¿por qué ahora?, si de verdad estaba tan convencido desde su tierna juventud de la importancia de la autonomía universitaria, ¿para qué esperar hasta el último año de su Gobierno y hacerlo con aplicación para el siguiente sexenio? Sin duda se trata de una negociación política en la que participaron tanto el gobernador Alfaro como el candidato oficial, Pablo Lemus Navarro. No podemos saber qué fue lo que negociaron, lo que sí podemos es pensar qué efectos políticos tendrá una reforma tan trascendente como ésta. Pongo sobre la mesa algunos puntos a observar.

El primero es si el rector Ricardo Villanueva será candidato de Morena en Guadalajara. Después de una negociación de este calado se ve muy difícil. Dicho de otro modo, el fondo de la negociación no parece ser otro que sacar al rector de la boleta. Para el Grupo Universidad es un logro histórico, mucho más trascendente e importante que la participación electoral en este proceso. 

El segundo efecto es que se abre la disputa interna por la candidatura de Morena en Guadalajara. El acuerdo de dejar la candidatura de la capital a Hagamos -el partido del grupo político de la Universidad- tiene sentido con Villanueva en la boleta. Con cualquier otro candidato Hagamos vale la mitad, si no es que una tercera parte. Aunque no se cierra la posibilidad para que Morena postule un externo, sí cambia el acuerdo y abre la posibilidad para los internos ya registrados.

El tercero podríamos llamarlo el efecto Kumamoto, pero en su versión bizarra. La pregunta obligada es cómo jugará la UdeG en la elección de Zapopan. Juan José Frangie ha sido un aliado incondicional e importante para la Universidad. Baste recordar que en el conflicto entre el Gobierno y la casa de estudios hace apenas un año, el hoy alcalde con licencia y candidato de MC en Zapopan se negó a firmar el desplegado contra Raúl Padilla que exigía el gobernador. Difícilmente veremos, pues, al grupo UdeG apoyando a Kumamoto, aunque Hagamos esté en la coalición.

La carambola del presupuesto constitucional de la UdeG es de muchas bandas, y con renversé.

diego.petersen@informador.com.mx

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