Kumamoto, ¿Futuro para qué?
Cuando los jóvenes llamados “wikis” decidieron convertirse en un partido local en Jalisco después de la elección de 2018, sabían que llegaría el momento de las decisiones complicadas. Algunos de ellos, defensores de continuar por la vía de las candidaturas ciudadanas, decidieron dar un paso al costado y no acompañar a quienes optaron por profesionalizarse en la vida política. El dilema no era sencillo: un partido significaba en sí mismo una contradicción con la batalla ciudadana; seguir eternamente en la vía independiente los condenaba a no crecer.
La elección del 2021 estuvo llena de complicaciones para el nuevo partido llamado Futuro: no tenían candidatos competitivos en muchos municipios, les faltó disciplina, se dieron cuenta de que estaban menos de acuerdo entre ellos de lo que pensaban. Más allá del resultado, la duda se instaló inmediatamente después de esa primera elección. ¿Qué hacer en el 2024? Ir solos en una elección polarizada implicaba un alto riesgo de desaparición. Los promotores de la ley “sin voto no hay dinero” se enfrentaban a una terrible realidad: sin votos no hay partido.
La reacción de algunos estudiantes del ITESO que arrojaron un hueso de peluche a Pedro Kumamoto es natural: para sus antiguos votantes Kuma es un traidor, cambió su batalla para ciudadanizar la política por la posibilidad de competir por un cargo, el mismo que hace tres años perdió con una diferencia de tres a uno. Aliarse para competir es una decisión pragmática, la decisión correcta de cualquier político con ambición. El problema es que Kumamoto y los “wikis” decía pelear contra ello, y su base de votantes la hicieron sobre esa promesa que hoy dejaron de lado. Muchos de sus votantes originales eran tránsfugas del panismo. Clases medias decepcionadas por un partido que se corrompió rápidamente al llegar al poder. Para muchos de ellos ver a los jóvenes de Futuro aliados con Morena les resulta incongruente y contradictorio.
La mayor contradicción, sin embargo, no es la alianza, sino el discurso de Kumamoto quien dice, en un video donde aparece con Claudia Sheinbaum, estar muy contento de “poder formar parte del lado correcto de la historia”. Más allá de la retórica propia de las campañas, no hay nada más autoritario que asumir que existe un lado correcto de la historia. Partir el mundo en dos, nosotros y los otros, los del lado correcto y los del lado desechable de la historia, es el principio de cualquier Gobierno autoritario y la antítesis del espíritu de construcción horizontal que planteaba lo que aquellos jóvenes audaces denominaron como la “wiki-política”.
Sin voto no hay partido; sin alianza no hay Futuro. La pregunta ya no es si la decisión de aliarse fue la correcta, sino qué sentido tiene la existencia de un partido, el que sea, en un mundo donde sólo cabe una sola visión de la historia: la de la 4T.
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