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Guadalajara: mancha gris vs áreas verdes

Guadalajara es cada día menos verde y más gris. Zapopan y Tlajomulco fueron los municipios metropolitanos que más perdieron área verde en los últimos seis años. El primero casi 800 hectáreas, ocho y media veces el parque Los Colomos. Tlajomulco 428 hectáreas, el equivalente a 25 parques del tamaño del Agua Azul. En total, la Zona Metropolitana de Guadalajara perdió mil quinientas hectáreas de áreas verdes en este periodo, más o menos el cinco por ciento del Área Natural Protegida del Bosque de La Primavera. Todas esas hectáreas de área verde son ahora vivienda nueva, flamantes desarrollos y fraccionamientos en las afueras de la metrópoli. 

La dispersión urbana, y por tanto el crecimiento de la mancha gris, es el resultado de la combinación de dos factores: falta de planeación del territorio y la especulación urbana. Aunque hoy tenemos un Programa de Ordenamiento Territorial de la Metrópoli, el famoso POTMet, los municipios siguen gestionando el territorio más con una lógica de “crecimiento y desarrollo” municipal que de ciudad. Mientras el municipio capital, Guadalajara, se sigue despoblando a un ritmo más o menos de 10 mil habitantes al año, los municipios que la rodean siguen otorgando permisos de construcción en sitios donde no hay continuidad urbana, esto es, donde no se puede dotar de los servicios básicos: agua, transporte, educación y salud. 

Este modelo de desarrollo, que inició en los años noventa, ha sido costosísimo para la ciudad. La escasa inversión pública se ha destinado a perseguir el desarrollo, a hacer avenidas, pasos a desnivel, buscar agua y ahora una línea de Tren Ligero. La ciudad, cada día más dispersa, es menos sustentable y la calidad de vida más baja.

¿Quién es el responsable de que la ciudad sea cada día más gris y menos verde? Podríamos decir que los alcaldes de todos los municipios conurbados durante los últimos 30 años, pero sería muy reduccionista. La fractura del modelo de desarrollo urbano tiene que ver con muchos factores políticos y económicos, para colmo coludidos, y particularmente con la pérdida de factores de equilibrio de poder ciudadano en las decisiones urbanas: desde la organización barrial hasta el Consejo de Colaboración Municipal, desde el movimiento urbano popular hasta la Cámara de Comercio que en algún momento fueron un verdadero factor de poder.

Si no entendemos que los intereses colectivos deben prevalecer sobre los intereses particulares, que el uso del suelo urbano es un derecho privado, por supuesto, pero antes de ello la expresión de las necesidades colectivas y el derecho a una mejor calidad de vida, la mancha gris seguirá devorando áreas verdes ante la mirada pasiva de los habitantes de la ciudad que veremos deteriorarse día a día nuestra calidad de vida.

diego.petersen@informador.com.mx

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