Fox y otros lastres
Nunca falta el creativo en una campaña o en un partido político a quien se le ocurre la brillante idea de desenterrar el pasado, pensando ingenuamente que con esa comparativa derrocarán al presente. Al publicista del PAN no se le ocurrió nada mejor que sacar un spot de Vicente Fox con la voz cascada hablando de su sexenio y de las cosas que, según él, eran mejores. Envalentonado, el señor de las botas se presentó al registro de aspirantes del Frente con un sombrero enorme que, más allá del ridículo de usar sombrero bajo techo, no tenía otra intención que jalar los reflectores, hacerse notar, pues el señor vive atrapado en lo que fue. No contento con eso, dio una entrevista en la que criticó la universalidad de los programas sociales con el peor de los argumentos: se hacen “güevones”, dijo. Encima, aprovechó para quejarse que a él (que suponemos que sí tiene derecho a ser “güevón” porque fue Presidente de la República) le quitaron su pensión y su seguro de gastos médicos. Al Presidente López Obrador le bastó poner el audio en su nueva y perversa sección “No lo dije yo” para dar el golpe. Los autogoles también se festejan.
Fox es sólo un ejemplo de los lastres que tendrá que arrastrar Xóchitl Gálvez si llega a ser candidata. Desde ya la senadora hidalguense tiene el voto antipeje, pero eso no es suficiente, no alcanza. Si quiere ser competitiva tiene que atraer el voto de las clases medias que votaron por López Obrador porque estaban hartas de los abusos de sucesivos gobiernos del PRI y el PAN. Cualquiera que sepa sumar puede argumentar que las pensiones de los ex presidentes son una bicoca, que no son tema comparado con el derroche de recursos de la mala administración del actual Gobierno, pero la pensión es un símbolo, y muy potente, del abuso de la clase política. Y no fue, por supuesto, el único.
Tener una candidata potable y que ha despertado la emoción de una clase media que parecía adormilada, no basta. Si la oposición quiere pensar en el regreso al poder lo primero que tiene que hacer es entender por qué salió del poder, por qué los mexicanos sacamos a patadas a dos partidos que se decían antagónicos y hoy navegan con la misma bandera tornasol que cambia de color dependiendo de dónde venga la luz.
La primera pregunta que tiene que hacerse Xóchitl de cara a la candidatura es cuántos lastres como Fox hay en los barcos de la oposición, pero, sobre todo, si de verdad esos mercenarios que capitanean al PRI y al PAN (”Alito” y Marko Cortés, respectivamente) quieren que ella gane la Presidencia o solo será la insignia para aumentar el botín en las cámaras de diputados y senadores.
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