Política y agenda del agua
En memoria de “Chucho” Reyes Heroles, que mucho sabía de esto
Cada día hay más consenso en que la construcción de un futuro sustentable para la ciudad pasa por la agenda del agua. Más claro aún es que, si algo hemos de reclamar a nuestra clase política, de todos los colores, es que desde hace 35 años ellos han sido los responsables de un fracaso monumental en la agenda del agua en Jalisco.
Hoy los gobiernos de Alfaro y López Obrador presumen como gran logro que a mediados de este año estarán concluidos una presa y un acueducto que se debieron haber terminado hace 30 años y que la zona metropolitana de Guadalajara tendrá en algún momento de los próximos años una dotación de tres metros cúbicos por segundo más. Dicen encima que se trata de la solución a largo plazo. Cuando López Obrador y Alfaro terminen sus periodos, en octubre y diciembre, respectivamente, lo único tangible que habrá será un metro cúbico más que viene de la presa El Salto y la promesa de agua capturada en la presa de Zapotillo que en algún momento llegará. ¿Es mejor que nada? Sí, por supuesto, pero muy por debajo de lo prometido y de lo requerido.
Estos tres metros cúbicos por segundo son, me atrevo a apostar, de los más caros del mundo. Tuvieron que pasar seis administraciones estatales y más de 40 mil millones de pesos entre estudios innecesarios, proyectos inviables, construcción y destrucción de presas y plantas de bombeo inútiles para llegar exactamente al mismo planteamiento de hace tres décadas. En el inter no sólo se desperdiciaron recursos escasos que aportamos los ciudadanos con nuestros impuestos, sino que cientos de miles de ciudadanos sufrieron la falta de agua gracias a la soberbia, la estulticia y ambición de poder de nuestros gobernantes que vieron siempre en la agenda del agua una forma de ponerle el pie al rival (Raúl Padilla, tan aplaudido tras su muerte por los grandes logros universitarios y culturales, tiene en el uso político de la agenda del agua su gran negro en el arroz).
La gestión del agua para el campo y la ciudad es la amenaza de futuro más delicada para el bienestar y para la economía de Guadalajara y de Jalisco. En esta época electoral vamos a escuchar muchas promesas y barbaridades de parte de los candidatos, por eso también es el mejor momento para recordar que la gestión del agua es un tema demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos.
Necesitamos renovar nuestras desgastadas y maltrechas instituciones gestoras del agua y convertirlas en verdaderas instituciones de Estado para ponerlas a salvo del Gobierno en turno.