Ideas

Movilidad, el gran reto de la ZMG

“El gran reto del próximo gobernador de Jalisco será resolver el tráfico, esta ciudad se está paralizando”, me dijo un amigo de la Ciudad de México en su más reciente visita a Guadalajara, alguien que creció en la capital y sabe lo que es vivir en los embotellamientos. Por supuesto que la seguridad seguirá siendo el gran problema local y nacional. La basura, así como la distribución y calidad del agua serán las bombas en el cajón que la actual administración heredará al siguiente Gobierno. Sin embargo, es cierto que el de impacto más inmediato en la vida cotidiana de los tapatíos es el problema de la movilidad.

Desgraciadamente para el próximo gobernador y para los tapatíos, en movilidad no hay una solución única, rápida y sin costo social y político.

Los viaductos claramente no son solución. El Cairo presume tener el mayor sistema de viaductos, “aquí no hay semáforos”, dicen orgullosos, y de cualquier manera el tráfico es mortal. Monterrey tiene muchos más viaductos y el mismo número de habitantes que Guadalajara; sin embargo, las horas hombre perdidas en el tráfico son casi el doble: 116 en la capital de Nuevo León contra 52 en la capital tapatía; Monterrey es la segunda ciudad con peor movilidad de América Latina y Guadalajara ocupa el lugar número 10.

Las medidas restrictivas, como el “Hoy no circula” o el “car pull”, tiene un efecto inmediato al sacar de circulación 20 por ciento de los automóviles o castigar al que viaja solo. Como toda medida que limita a los ciudadanos, ambas son profundamente impopulares. El transporte masivo es sin duda la gran solución. Si bien tiene un efecto inmediato en la vida a los usuarios de transporte público no genera una reducción del uso del automóvil, pues son muy pocos los que cambian su forma de movilidad. Cuando el transporte masivo es suficiente y eficiente entonces es alternativa y se puede combinar con medidas restrictivas.

Las pequeñas soluciones son las que tienen un impacto mayor en el corto plazo: quitar topes, resolver una vuelta izquierda, calles sin baches, ordenar las paradas de transporte público, mover rápido los autos que sufran una avería o tengan un choque son consecuencias mayores, los llamados lamineros, evitar el estacionamiento en doble fila, etcétera. Eso implica no sólo coordinación con los ayuntamientos metropolitanos, sino revivir una Policía de tránsito fuerte, eficaz y con más vocación de solución que de recaudación.

El problema de fondo es el modelo de desarrollo urbano que concentra el tráfico en las avenidas de ingreso a la ciudad y rompe con la continuidad urbana. Solucionar este problema implica establecer límites mucho más estrictos al uso de suelo y castigar económicamente la privatización de calles que conlleva el “coterío”, el modelo de desarrollo urbano basado en fraccionamientos cerrados. ¿Quién se echa ese trompo a la uña?

Síguenos en

Temas

Sigue navegando