Milei: rompan todo o la derrota de la política
Ganó Milei y fue una tranquiza. Fueron 12 puntos de diferencia en la segunda vuelta (56 a 44), mucho más de los que estimaban las encuestas que siguen siendo las grandes derrotadas de los procesos electorales.
Hace dos años Javier Milei era sólo el loquito de la tele, el comentarista taquillero que los medios crecieron porque era eso, taquillero: irreverente, impredecible, atrevido, locuaz, hablaba de economía, pero tenía pinta de roquero de los ochenta. Sobre todo, era extremista, y eso vende. Primero lo compraron los medios, luego una sociedad enojada, desesperada ante la ineptitud de la clase política. Al final los electores argentinos lo prefirieron sobre un peronismo desgastado que propuso como candidato a Sergio Massa, el principal responsable de la crisis económica. Brillante idea.
En una especie de “rompan todo”, el famoso lema del rock argentino de los setenta y ochenta, los electores, principalmente los jóvenes, decidieron acabar con la clase política argentina que venía acumulando fracasos por las dos bandas: la izquierda kirchnerista y la coalición de derecha que llevó al poder a Mauricio Macri.
Hay muchas lecturas sobre lo que significa el triunfo de Javier Milei. Me concentro en dos que me parece son las que más nos atañen a los mexicanos.
La primera tiene que ver con la derrota de la clase política. El mensaje para los políticos en todo el mundo es que son perfectamente prescindibles. Que ese supuesto saber-hacer que los legitimaba, que incluso derivó en aquella sentencia de “entre el malo y el peor, elijamos al menos peor”. Los argentinos decidieron romper con el esquema de partidos y la clase política, unos por corruptos otros por ineptos, da igual, el resultado fue el mismo. La corrupción y la ineptitud están presentes en la historia reciente de nuestro país.
Una segunda lectura de triunfo de Milei, ahora sí que vista desde el momento mexicano, es el famoso pendulazo. Al populismo de izquierda lo derrotó un populismo de extrema derecha que raya en el fascismo. La ortodoxia económica de los primeros años de López Obrador está comenzando a dar señales de debilitamiento. Al déficit fiscal propuesto para el próximo año se suman acciones que en principio podrían parecer plausibles, como mantener a Pemex y CFE a toda costa, o regresar el tren de pasajeros en manos del Ejército y la Marina. Revivirlo por decreto presidencial sólo aumentará el boquete fiscal y el riesgo de una crisis de las finanzas del sector público en el próximo sexenio.
Si las pauperizadas clases medias argentinas prefirieron a Milei no es porque sea un genio, ni porque sus ideas dinamiteras sean una novedad, sino porque la gestión del Estado en manos de los políticos fracasó.
Rompan todo.