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En el origen fue el dinero; la impunidad de los líderes religiosos

¿Por qué nadie persigue los delitos sexuales de Naasón Joaquín García en México? Por la misma razón que nunca fueron investigadas, no digamos castigadas, las denuncias por delitos sexuales de personajes como Marcial Maciel o el mismo padre de Naasón, Samuel Joaquín Flores, y decenas de otros líderes religiosos. Es cierto que en los últimos años se procesó a algunos sacerdotes pederastas, qué bueno que estén en la cárcel, pero ninguno de ellos era un jerarca importante. 

Todas las iglesias tienden a proteger a sus delincuentes sexuales. En parte es un tema económico: las instituciones tienen que responder por las demandas civiles en su contra, sobre todo cuando desde la jerarquía se protegió y se protege a pederastas y violadores. Los delincuentes no son, por supuesto, la mayoría en ninguna iglesia y nada tienen que ver con las creencias. Sin embargo, la protección de estos predadores sexuales fue una política sistemática en las iglesias con el argumento que había un bien superior a proteger: la imagen de las instituciones ante sus creyentes. El ocultamiento de delitos y delincuentes por parte de las iglesias es éticamente reprobable, y también podemos decir que económicamente explicable. No así la complicidad y pasividad de las autoridades, desde gobernadores y presidentes hasta fiscalías estatales y federales. Por razones electorales o de complicidad de poder, en México ningún Gobierno quiere tener problemas con las iglesias. 

En el documental “La oscuridad de la Luz del Mundo” que está ya en la plataforma de Netflix, uno de los testigos narra cómo dos agentes agentes investigadores de la Policía Judicial de Jalisco interrogaron muertos de miedo y a domicilio a Samuel Joaquín Flores tras las denuncias por violación en los años noventa para luego archivar la denuncia. Ni qué decidir de la protección a al sacerdote pederasta Marcial Maciel desde Los Pinos en tiempos del Presidente Zedillo. La impunidad es la norma.

En defensa del Estado laico, del derecho de todos los ciudadanos a creer en lo que queramos, los gobiernos deberían fiscalizar más a las iglesias. No, por supuesto, en lo referente a su cuerpo de creencias, eso es decisión y responsabilidad de los creyentes, pero sí en lo que tiene que ver con sus finanzas, ingresos y gastos. Que estén exentas del pago de impuestos no significa que no deban rendir cuentas. La impunidad de personajes como Naasón Joaquín o Marcial Maciel está directamente ligada a su poderío económico nunca fiscalizado.

En el origen fue el dinero, el dinero se convirtió en poder y el poder les permitió habitar impunemente entre nosotros. Si Maciel fue defenestrado, si Naasón Joaquín está preso, no es por las autoridades mexicanas que no sólo han sido omisas sino en muchos casos cómplices de estos delincuentes. Aunque a las iglesias no les guste, tenemos que hablar de lo que pasa en ellas.

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