El PRI de Alito y la Marea Rosa
Este fin de semana se reconfiguró la oposición en México. Lo que estaba crujiendo comenzó a desmoronarse. Para bien o para mal, el sistema de partidos de la transición democrática de 1997 está de salida.
Por un lado, Alejandro Moreno, “Alito”, concretó la reforma interna del PRI que le permitirá reelegirse hasta por ocho años más. En la práctica, la reforma significa apropiarse de una franquicia de partido político con la que podrá hacer lo que quiera. No van a ganar elecciones, pero será un muy buen negocio para unos cuantos. El PRI, el partido que fue fundado para administrar el poder después de la Revolución, ahora será el gran administrador de las derrotas. No es mucho lo que le queda por perder: dos estados, Durango y Coahuila, algunas ciudades que ganó con la alianza y los 35 diputados y 17 senadores que significan un presupuesto nada despreciable.
Es cierto, un PRI en manos de Alito sólo puede aspirar a hacerse más pequeño, pero también lo es que esto sucederá de cualquier manera, pues lo que le daba sentido al PRI, el acceso al poder, dejó de existir. Morena, el nuevo gran administrador del poder, seguirá sumando los liderazgos regionales que antes se cobijaban en el tricolor.
Por otro lado, los liderazgos “no partidistas” de la llamada Marea Rosa decidieron dar el paso e iniciar el proceso de creación de un partido político que, si bien tiene entre sus filas a personajes que vienen de todos los partidos de la alianza, en realidad solo le quitará bases al PAN, pues el PRD las había perdido antes de perder el registro y los priistas tienden a aliarse más fácilmente con Morena.
La llamada Marea Rosa es un movimiento de clases medias urbanas anti-lopezobradoristas que claramente no penetró en los sectores populares y rurales. Lo que los ha unido hasta ahora es la defensa de la democracia liberal en oposición a la democracia popular y de corte populista de Morena. No está claro aún cuál será su programa político, salvo crear una oposición al régimen de la 4T.
Ambas noticias implican una reconfiguración de la oposición que llegará a la conformación de las cámaras en septiembre más debilitada de lo que ya estaba. Los tres votos que le faltan a Morena en el Senado para aprobar cualquier reforma ahora le van a sobrar. El Plan C pasará como un día de campo. La pregunta es si para la elección intermedia y para 2032 tendremos una oposición más fuerte o un Morena más avasallador. La respuesta dependerá más de los resultados de gobierno de Claudia Sheinbaum y de cómo administre Morena los conflictos internos, porque del lado opositor no se ve por dónde.