Ideas

El Obradorato: La renuncia al modo civil

2 de octubre sí se olvida. Y no, no fue la derecha fascista la que olvidó lo que significa la represión militar, fue el autodenominado primer gobierno de la izquierda mexicana quien encumbró y encubrió al Ejército como no lo había hecho ningún presidente (yo me niego a reconocer el nacional-populismo de López Obrador como izquierda). Felipe Calderón, quién en una decisión aún discutida y discutible, abiertamente sacó al Ejército de los cuarteles para combatir al crimen organizado, siempre tuvo clara la línea entre lo civil y lo militar. Fortaleció al Ejército y lo metió de lleno a tareas de seguridad que no le correspondían, pero nunca lo convirtió en el sustituto de los civiles en tareas como la construcción de trenes, la operación de aduanas, puertos y aeropuertos, administrador de líneas aéreas o reparador (absolutamente inútil, por cierto) de carreteras.

La aprobación de una Guardia Nacional militar, bajo el mando de las Fuerzas Armadas y orgánicamente vinculada a la secretaría de la Defensa, es una derrota política para todos los civiles, de la presidenta electa para abajo, para todos y cada uno de nosotros. Perdimos. Perdimos la posibilidad de tener una policía civil; perdimos la posibilidad de construir una forma distinta de entender la seguridad. Resultó patético ver a eso que se autodenomina izquierda poniéndose dócilmente en manos de las Fuerzas Armadas, y peor aún, celebrándolo como si de un triunfo se tratara.

¿Cuál será el verdadero legado de López Obrador: la creación de un movimiento político que se convirtió en hegemónico en menos de una década; la construcción de un nuevo Estado social que redujo la desigualdad en este país; o la destrucción de las instituciones de contrapeso al Poder Ejecutivo y el empoderamiento de los militares?

Él quisiera ser recordado por las dos primeras causas, pasar a la historia como el presidente que cambió el rumbo del país y principalmente el futuro de los más pobres. Cómo se escriba esa historia, sin embargo, depende más de los resultados de los primeros años del gobierno de Claudia Sheinbaum que de los seis de Andrés Manuel. Si el gobierno de la primera mujer presidenta de este país no da resultados en 24 meses, si los excesos del gobierno megalómano de López Obrador le pasan la factura, si eso que hoy se llama izquierda -y que no es sino un cúmulo de oportunistas prestos a alinearse con quien hoy detenta el poder- se quiebra y se divide, el Obradorato pasará a la historia simplemente como el periodo en que cambió el balance de poder entre civiles y militares, el periodo de la renuncia a una política de seguridad basada en los derechos de las personas y no en la razón de las balas.

A 56 años de la Noche de Tlatelolco y diez de la Noche de Iguala la izquierda se auto derrotó en la Cámara de Diputados de la mano de López Obrador. ¡Salud!

Temas

Sigue navegando