Del “cállate chachalaca” al me quieren callar
Cuentan que, en aquel pueblo donde todos se conocían, al menos todos los “importantes” (pudo haber sido Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey), un ex presidente municipal entró en un restaurante donde el ricote del pueblo departía con sonora y exhibicionista actitud. Al saludarlo el ricote apenas respondió con un “hola”. Ofendido el ex presidente se aceró y le reclamó: “Cómo has cambiado, compadre, antes tan amigos y ahora apenas me saludas”. El ricote volteó a verlo con desdén, pero entre condescendiente se tomó el tiempo de explicarle: “No, compadre, no ha entendido nada, aquí el único que cambió es usted que ya no es parte del Gobierno. Yo en cambio sigo siendo el mismo lambiscón, pero con los nuevos gobernantes”.
El poder corrompe, enferma, saca lo peor de las personas. Por el otro lado, el poder es por definición efímero, abandona a quien lo detenta para para irse con otra u otro, sin conmiseraciones. Es su naturaleza, nada es personal.
Qué lejos está el Presidente López Obrador de aquel candidato que en la campaña de 2006 gritaba “ya cállate chachalaca” al Presidente Fox y exigía, como un gesto de democracia, que el Mandatario fuera institucional; que actuara como el Presidente de todos los mexicanos y no de un partido, y que no opinara del proceso electoral, pues no era su función hacer campaña. Hoy el López Obrador Presidente no se acuerda o no se quiere acordar de aquella exigencia suya. Hoy por el contrario se tira al piso y reclama que el INE lo quiere callar aplicando las reglas, absurdas o no, que él mismo promovió tras el competido y controversial proceso electoral de 2006.
Andrés Manuel, que se asume -lo dijo con todas sus letras- como el líder de un movimiento de transformación y no como el Presidente de todo un país, está haciendo con Xóchitl Gálvez exactamente lo mismo que le hicieron a él con el famoso desafuero; usar toda la fuerza del Estado para descarrilar a la mala a un competidor y, al igual que le sucedió a él en aquellos años, lo único que está logrando es inflar su candidatura.
¿Cambió López Obrador? No, él sigue siendo el mismo político ambicioso de siempre (o el mismo idealista dispuesto a todo por defender al pueblo, dirían sus seguidores). La única diferencia es que ahora él está en el poder y se comporta exactamente igual que todos los poderosos que le han antecedido. Independientemente de quién gane la elección, dentro de catorce meses la rueda seguirá girando y Andrés Manuel será un ex presidente más, como todos los que han pasado por ese puesto, y el poder lo va a abandonar, como tiene que suceder.
Cuando llega el ocaso, todas las chachalacas callan.