Corcholatas de Jalisco
Se destapó solito, cual chela que explota por el calor. José María Martínez no esperó a que alguien viniera a darle la bendición; él mismo se bendijo, se ungió y anunció su interés por ser el candidato del partido Morena a la gubernatura de Jalisco.
Morena en Jalisco es una entelequia. A falta de una base partidista o popular organizada que le diera origen, se conformó literalmente con retazos. El PRD, que fue la base sobre la que en otros estados del país se afianzó Morena, en Jalisco era un partido pequeño y controlado por el grupo UdeG (hoy es un partido minúsculo, controlado por el grupo UdeG). Los movimientos populares, que también aportaron bases en otros lares, acá tienen rato sin generar liderazgos importantes. El resultado es que en Jalisco el movimiento obradorista es un conjunto desarticulado de grupos más bien oportunistas que giran en torno a un líder. Uno de ellos es el del diputado “Chema” Martínez.
Martínez es la prueba incontrovertible de que Morena en Jalisco es cualquier cosa menos un partido de izquierda. Ex panista, conservador hasta la médula y controvertido en su actuar como pocos actores políticos en el Estado, es al mismo tiempo un hombre pragmático, buen operador y mejor negociador. En su paso por el PAN representó como ninguno a la generación de jóvenes panistas conocidos como los aguacates enfermos, esos que se pudrieron verdes.
Cuesta trabajo imaginar una combinación como Claudia Sheinbaum, una mujer con larga trayectoria en los movimientos de izquierda, como candidata a la presidencia, y Martínez, en su momento el senador más radical contra el aborto, a la gubernatura de Jalisco. Pero tampoco es que Morena tenga muchas más opciones. Los otros que podrían estar en el juego, el presidente municipal de Tonalá, Sergio Chávez, o el de Puerto Vallarta, Luis Michel, tampoco es que tengan mucho arraigo en la izquierda o el movimiento obradorista. Quien es sin duda el más cercano al Presidente, el regidor tapatío, Carlos Lomelí, tiene la desventaja de que ya está muy visto, y sobre todo que ha sido muchas veces derrotado en elecciones estatales.
Los morenistas de Ciudad de México dicen que el ungido no será ninguno de ellos, que se negocia ya con algunos posibles candidatos externos. Quien sea deberá enfrentarse a dos condiciones muy complejas: la fragmentación de los liderazgos morenistas en el Estado, que ha provocado que los resultados de las últimas elecciones estén por debajo de lo esperado, y que López Obrador no estará en la boleta. Si Morena quiere competir tiene que encontrar un candidato con fuerza propia.
Seguramente el destape de “Chema” Martínez provocará que suba la temperatura política y otras corcholatas salten por los aires, pero esa candidatura está muy lejos de ser “la última chela en el desierto”.
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Diego Petersen Farah