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Chiapas es la 4T

Al doc Alonso

Chiapas es la 4T, porque era un Estado históricamente marginado y se ha convertido en una entidad líder en programas sociales, en la modernización del sistema de salud y protagonista de importantes proyectos de infraestructura. No será más el último, el más pobre, el más abandonado”, declaró oronda la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, en Palenque en una más de sus giras con el Presidente saliente, que no la deja ni a sol ni a sombra.

Mientras el Presidente saliente y la presidenta entrante festejaban así, juntos, los 200 años de la anexión de Chiapas al territorio nacional y el triunfo de su proyecto de país, apenas unas horas antes la Provincia Eclesiástica de Chiapas (las diócesis de Tapachula, San Cristóbal y Tuxtla) convocaba a una peregrinación por la paz en un comunicado que muestra la otra cara de la 4T, la cara de la violencia desbordada. Cito el boletín conjunto de los tres obispos:

“La causa de esta violencia se origina por los intereses que impulsa la construcción de una infraestructura de despojo de los bienes naturales y servicios de los Pueblos Originarios, promovida a través de megaproyectos como la minería, la extracción de petróleo, la construcción de puentes y supercarreteras, la privatización del agua y otros bienes naturales. Así como también favorece una economía ilícita mediante el tráfico de migrantes, drogas y armas, entre otros.

“Esta economía desarrollista requiere de tierras y territorios libres de pobladores, por lo que está dejando pueblos vacíos en zonas de conflicto sin que el Gobierno del Estado lo reconozca como desplazamiento forzado… sólo se habla de personas en situación de vulnerabilidad como si la violencia fuera causada por un desastre natural”.

¿Cuál de los dos diagnósticos representa mejor al Chiapas post 4T? Ambos. No hay duda de que los programas sociales han impactado positivamente a las regiones más pobres del país y aunque no tengo elementos de comparación, viniendo de cero, cualquier cosa que se haya hecho en salud es sin duda mejor de lo que había. Pero Chiapas representa también como ningún otro Estado el proyecto desarrollista de la 4T, el de un Gobierno que no escucha, solo impone las megaobras, donde Pemex está por encima de todo y de todos, y donde el crimen organizado y el control de territorios han crecido más que nunca.

En Chiapas se manifiesta como en ningún otro punto del país el régimen de la sordera, el Gobierno que desde la mañanera minimiza y eufemiza los problemas de la violencia, que invisibiliza las violaciones a los derechos humanos de personas concretas, por agentes concretos del Estado Mexicano; el Gobierno de un Presidente que nunca acude a donde están las verdaderas víctimas porque se le ensucia la investidura y eso puede salpicar su inmaculada conciencia.

Sí: Chiapas es la 4T.

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