Ideas

Estado de cuates

El Presidente de la República decidió no invitar a los representantes de los otros Poderes de la Unión a la celebración oficial del Grito de Independencia esta noche en Palacio Nacional. Ojo, no es Andrés Manuel emberrinchado quien decide no invitar a su fiesta privada a Norma Piña porque le cae mal. Estamos ante una celebración de Estado, en el día de la Independencia nacional, en la sede donde reside el Poder Ejecutivo y es el jefe del Estado quien decide no invitar a la presidenta del Poder Judicial. No es un asunto de protocolos sino de ninguneo de un poder a otro.  

Es claro que después de la elección intermedia López Obrador decidió dejar de ser menos el Presidente de todos los mexicanos para convertirse en el líder de un movimiento político en el que sólo caben los que están con él. Siempre ha sido las dos cosas a la vez: el líder de un gran movimiento político y a partir de 2018 el Presidente de todos los mexicanos. Sin embargo, hay un claro quiebre en 2021, cuando él mismo abrió y anticipó la sucesión presidencial. Desde entonces la actitud de líder de camarilla se ha ido imponiendo sobre la visión de Presidente. Cada vez más nos enfrentamos a una desinstitucionalización del Estado y a la prevalencia del “yo Presidente”. El señor habla en plural cuando expresa sus opiniones, confunde el Gobierno con su movimiento y cada día le estorban mas las instituciones de la República.

Puede parecer banal que el Presidente decida no invitar a uno de los poderes a una fiesta cívica. No lo es. Lo que veremos esta noche será un desfile de aliados y el mensaje tanto para los que van como para los que no van es uno: conmigo o contra mí. Hoy entre los invitados seguramente estarán miembros de las Fuerzas Armadas, no sólo los secretarios de Defensa y Marina sino muchos más; estarán empresarios, los de siempre más la nueva casta empresarial beneficiada por este Gobierno; estarán los políticos de Morena, los encumbrados y aquellos en edad de merecer. No estarán los representantes de las instituciones del Estado, ni los que piensan distinto ni los que reclaman la falta de respuesta del Gobierno o se oponen a sus proyectos.

El mensaje es muy delicado. En el Estado que preside López Obrador solo caben los que piensan como él. Pasamos del capitalismo de cuates que tanto criticamos de los gobiernos anteriores, a un Estado de cuates donde lo que rige es quién le cae bien y quién le cae mal al señor de Palacio, con quién tiene coincidencias y con quién no, quién está con el pueblo y quién no, porque en su visión cada día más egocéntrica el pueblo es él y sólo él.

diego.petersen@informador.com.mx

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