Ideas

¿Es AMLO inmune al escándalo?

Esta semana reventaron dos escándalos que hubiesen desfondado a cualquier político, y sin embargo a López Obrador le hicieron literalmente lo que el viento a Juárez: ni lo despeinaron. 

El primero fue un extenso testimonio de su colaboradora, directora de la extinta agencia mexicana de noticias, Notimex, Sanjuana Martínez, sobre un sistema de moches para la campaña de la candidata oficialista Claudia Sheinbaum. El escándalo involucra a la hoy secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, al padre de ésta, Arturo Alcalde, y al secretario del Trabajo, Marath Bolaños, que habrían ofrecido liquidaciones extraordinarias, más allá de lo que dice la ley, a cambio de que regresaran el 20 por ciento. Aunque pueden darse nuevos capítulos de este escándalo, pues ante el reto del Presidente de presentar pruebas Sanjuana contestó que ya las dará a conocer a través de sus abogados, a tres días de explotada la bomba el efecto es muy menor.

El otro escándalo, más grave aún, son las grabaciones de un empresario (en realidad un traficante de influencias) amigo de los hijos de López Obrador que con todo descaro habla de cómo se arreglan los negocios con Gonzalo, el tercero de los hijos del Presidente. Las grabaciones manchan la obra insignia del Gobierno, el Tren Maya. El tamaño del fuego era, pues, para causar un incendio, sin embargo, sólo provocó humareda.

El escándalo de los moches de Notimex lo publicó La Jornada, el medio más cercano al Presidente. El de los negocios de los hijos lo reporteó y publicó Latinus y lo dio a conocer Carlos Loret de Mola, el medio y el periodista que más odia López Obrador. Ninguno de los dos causó efecto. 

¿Es el Presidente inmune al escándalo? Por lo que hemos visto hasta ahora pareciera que sí, que su credibilidad está por encima de cualquier medio o periodista, que igual da si el fuego es amigo o viene desde la oposición, que su forma de desacreditar a los periodistas ha logrado arrebatarle la credibilidad a todo aquel que no piense como él.

El problema para López Obrador y los suyos es que nadie sabe cuál es el punto de inflexión, en cual caída al agua se rompe el cántaro. Cada día hay más evidencia de una campaña de Estado y de una corrupción galopante en la administración federal, no porque sean mejores o peores que los anteriores, sino porque no hay vigilancia ni contrapesos. Hoy por hoy, la inmunidad del Presidente es sistémica, es parecida a la que gozaba el PRI en los años del partidazo y tiene más que ver con control político que con la supuesta superioridad moral del Presidente y de la llamada Cuarta Transformación.

diego.petersen@informador.com.mx

Síguenos en

Temas

Sigue navegando