Ideas

Encuentre las diferencias

¿Cuál es la diferencia entre una mayoría de diputados construida con PRI, PAN y PRD que sesiona en el centro Banamex para imponer una reforma educativa sin escuchar a los maestros y una alianza de Morena, Verde y PT que aprueban una reforma judicial en la sala de armas del centro deportivo de la Magdalena Mixhuca sin escuchar a los estudiantes de derecho y trabajadores del Poder Judicial? 

Los promotores de la reforma educativa construyeron la narrativa de que el gran enemigo de la educación en este país eran los sindicatos de maestros, que la corrupción de los sindicatos era el gran obstáculo para el desarrollo de los niños. Los promotores de la reforma judicial, principalmente el presidente López Obrador, han construido la narrativa de que el problema de la justicia y la impunidad en este país es el poder judicial. Ellos son los malos de la película.

La reforma educativa no resolvió los problemas de la educación porque nunca atendió los temas de fondo. La crítica que hicieron los detractores, con toda razón, es que se trataba solo de una reforma laboral. La reforma al Poder Judicial no va a resolver los problemas de la justicia en México porque no atiende los problemas de fondo, se trata solo de cambiar a jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte acusados de responder al poder económico para poner otros que responderán a un nuevo grupo de poder, el de Morena. La reforma judicial no asegura un mejor y más eficiente acceso a la justicia, no hay un solo párrafo dedicado a resolver el problema de falta de jueces, de defensores de oficio o incluso facilitación de acceso a la justicia para los ciudadanos marginados o con menos recursos, tal como la reforma educativa no cambió nunca las condiciones de las escuelas, los programas educativos, la capacitación de los maestros ni el acceso a mejores condiciones de escolarización de quienes más lo necesitan.

Las dos se parecen por una sencilla razón: son reformas hechas desde el poder para el poder. Si nos quejamos que la reforma educativa se hizo desde una oficina en un edificio elegante de la ciudad de México sin entender lo que pasaba en Chiapas, Oaxaca, Guerrero o en los territorios wixarrikas, la reforma Judicial se hizo desde un Palacio, también en Ciudad de México sin entender ni atender los problemas reales de la impartición de justicia allá donde no hay ministerios públicos, abogados capacitados ni internet, y por el contrario, lo que existen son poderes fácticos que, por cierto, ahora tendrán la gran oportunidad de poner a los jueces que ellos deseen a través de un proceso electoral sin reglas.

No le busquemos más. No hay diferencias entre una reforma y otra porque en ambos casos son leyes que nacieron de la sordera y la soberbia del poder. Porque si alguien de verdad cree que el pueblo está detrás de la reforma judicial o que ésta cambiará la forma en que se imparte justicia en este país, habrá que decirle, citando a Dante, “abandonad toda esperanza”.

diego.petersen@informador.com.mx

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