El regreso de los trenes
Hace doce años, cuando Enrique Peña Nieto había ganado la elección y el PRI se preparaba para regresar al poder por, calculaban ellos, unos 12 o 18 años, presentaron el plan del rescate de los trenes de pasajeros en México. Se habló en aquel entonces de un tren en la Península de Yucatán y del tren rápido México-Querétaro-León-Guadalajara. El tren peninsular se olvidó pronto “por incosteable”, no así del tren de alta velocidad (250 kilómetros por hora) entre México y Querétaro, un primer tramo que se licitó y ganó la única oferta la llegó en los 62 días que dio el gobierno para presentar propuestas. La oferta única fue por 60 mil millones fue hecha un consorcio formado por tres empresas del estado chino China Railway Construction, China Railway Construction Corporation International, China South Rolling Stock Corporation y las empresas privadas mexicanas Grupo GIA+A (propiedad de Hipólito Gerard, cuñado de Carlos Salinas de Gortari), Prodmex, GHP y Constructora Teya de Grupo Higa (propiedad de Armando Hinojosa, el gran amigo del presidente). El alto costo -diez mil millones más de presupuestado inicialmente- los escándalos de corrupción que involucraban a Grupo Higa con la famosa Casa Blanca y una levantada de ceja del gobierno estadunidense porque el proyecto lo construiría el gobierno chino, bastaron para tumbar el proyecto. Un buen día, sin dar mayor explicación, el proyecto quedó cancelado.
El proyecto que presentó Claudia Sheinbaum el día de ayer para regresar el tren de pasajeros entre México y Guadalajara tiene muchas diferencias con el fallido tren de Peña Nieto y algunas similitudes. De entrada, no es un tren de alta velocidad, sino de 160 kilómetros por hora, que en los 600 kilómetros entre la capital de país y Guadalajara sí hacen una diferencia sustancial en tiempo, en la calidad y en el costo. El trazo del tren de Sheinbaum no implica nuevas vías, pues no conecta a la ciudad de León en este corredor. De hecho, usa el mismo derecho de vía del tren inaugurado por Porfirio Díaz en 1888 (México-Querétaro-Irapuato-Ocotlán-Guadalajara). Al igual que el de Peña Nieto es un tren Chino y, podemos apostar, no se va a licitar, sino que, usando la presencia de los militares como excusa, se va a asignar directamente, como se hizo con el Tren Maya.
Recuperar la conexión ferroviaria es fundamental para reconectar el país. Pero si algo hemos de aprender del Tren Maya es que es fundamental tener proyectos ejecutivos antes de iniciar para tener una idea real de los costos. La segunda es que los ingenieros militares pueden ser muy buenos, pero lo que más aporta el Ejército en este tipo de obras es opacidad.
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