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El nombre es el mensaje

El medio es el mensaje, decía Marshall McLuhan allá en los años sesenta del siglo pasado, cuando comenzó el estudio sobre los medios de comunicación. En política solemos decir que el mensajero es el mensaje, el nombre importa, aunque no sea garantía de nada. ¿Cuál o cuáles son los mensajes que manda Claudia Sheinbaum con los nombramientos del día de ayer?

El primer mensaje, que hay que celebrar, es que no le cedió la secretaría de Medio Ambiente a los vividores del Partido Verde, y que haya nombrado en esa cartera a Alicia Bárcena, una funcionaria de amplia trayectoria, absolutamente profesional, que conoce la materia y, sobre todo, que conoce la administración pública. De todos los secretarios de Ecología que han pasado por los diferentes gabinetes en los últimos 30 años, Bárcena es el perfil más completo; es mucho más que una cara verde. A los 30 años fue la primera subsecretaria de Ecología en la entonces Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (Sedue) en el sexenio de Miguel de la Madrid. De entonces para acá ha transitado por organismos internacionales y el servicio exterior mexicano. 

Otra buena noticia Verde es el nombramiento de Julio Berdegué al frente de la secretaría de Agricultura, un agrónomo y genetista con doctorado en Ciencias Sociales y larga trayectoria en organismos internacionales dedicados al desarrollo y la alimentación en varios países de América Latina. El mensaje es una mayor preocupación por el desarrollo rural sustentable y una política clara frente al maíz transgénico, una batalla complicada, que genera amplios debates y que requiere de conocimiento más que de convencimiento.

Rosaura Ruiz es una las viejas compañeras de viaje de Claudia Sheinbaum. Convertir el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia, y Tecnología (Conahcyt) en una secretaría de Estado le da un rango a la ciencia que nunca había tenido, pero eso no significa en automático más apoyos ni más independencia para la investigación científica. Tras la pésima gestión de Álvarez-Buylla, más concentrada en ideologizar la ciencia y generar ahorros, casi cualquier cosa será mejor, pero la clave está en que en la nueva secretaría impere la lógica de generación de conocimiento y libertad de investigación sobre las visiones ideológicas.

Marcelo Ebrard será el encargado de conducir las negociaciones del Tratado de Libre Comercio, el TMEC. Conoce bien el tema y es un negociador nato. Es, al igual que Rogelio Ramírez de la O, un mensaje de que en materia económica no habrá improvisación y que los cuadros son profesionales. El que Ebrard haya sido el único que tomó la palabra además de la presidenta electa durante la presentación de los primeros miembros del gabinete es un mensaje político de conciliación tras la ríspida contienda interna; negociator ya negoció.

Juan Ramón de la Fuente es la cara amable hacia el exterior, un nombramiento que no por esperado es menos significativo. El nombre de De la Fuente pesa dentro y fuera de México y le da al gobierno de Sheinbaum lo que necesita, que no es legitimidad, esa la tiene de sobra, sino credibilidad.

Estos nombramientos fueron los fáciles; faltan los difíciles.

diego.petersen@informador.com.mx

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