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El efecto Zambada

Al inge; 98 y contando

El gobierno de López Obrador sigue sin entender qué fue lo que pasó con el Mayo Zambada. No es solo un asunto de si el líder del Cartel de Sinaloa va a cantar, como se dice en el argot criminal. Los vínculos entre el gobierno de Morena y el cartel son hasta ahora una mera especulación, basada en anécdotas muy significativas, pero no deja de ser una especulación. Lo más preocupante para el presidente es que ocho días después de la detención o entrega del capo, el gobierno mexicano sigue sin tener claro qué pasó, y eso abre una enorme interrogación no solo sobre la capacidad de los servicios de inteligencia del país, sino, sobre todo, de lo que las agencias estadounidenses hacen en territorio mexicano sin que el gobierno se entere. Eso es una gran pérdida de control.

No saber qué pasó implica tampoco saber qué puede pasar. Se ha especulado mucho sobre una posible traición del hijo del Chapo a su padrino, lo cual implicaría una ruptura dentro del cartel más antiguo y estructurado en el país. Durante años se ha dicho que Sinaloa es el único grupo delincuencial que mantiene la vieja estructura de cartel. La detención de Zambada, el líder y fundador, podría implicar la ruptura y atomización de la organización. Una traición puede generar una guerra interna con efectos terribles para la seguridad pública y la seguridad nacional.

Hasta ahora no ha habido indicios de guerra, lo cual hace pensar que no hubo tal traición. No obstante, es una hipótesis que el gobierno aún no puede descartar. Tampoco han comenzado los reacomodos, pero más temprano que tarde tendrán que venir, pues lo único seguro es que el negocio no para: hay quién produce y quién demanda drogas ilícitas y en medio un titipuchal de dinero. El gran enemigo de Sinaloa, el Cartel Jalisco, va a pelear los territorios y los negocios, y eso implica violencia.

Lo más delicado para el gobierno es, sin embargo, que la caída del capo más longevo de narcotráfico mexicano devele las relaciones del cartel con las instituciones del Estado mexicano: quién en la Marina, quién en el Ejército, quién en la Fiscalía, quién en el Poder Judicial, quién en el gobierno en turno y los gobiernos anteriores protegían a Zambada. Junto con el líder del cartel de Sinaloa son muchos los que serán víctimas colaterales de esta detención o entrega. 

Ahora sí que “haiga sido como haiga sido” el efecto expansivo de la bomba Zambada apenas comienza a sentirse y el gobierno de López Obrador no sabe dónde está pisando.

diego.petersen@informador.com.mx

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