El bosque en llamas
Jalisco está en llamas. Ningún Estado de la República tiene en este momento la cantidad de incendios forestales y de hectáreas siniestradas como las que tiene Jalisco. Es un año particularmente seco en esta zona del país, sí. Es el cambio climático que comienza a pasarnos factura, también. Son descuidos humanos y malas prácticas de personas que hacen quemas agrícolas clandestinas, arrojan cigarros, y tiran basura sin pensar en las consecuencias, por supuesto. El Gobierno del Estado y el federal pueden y deben hacer más por evitar los incendios, sin duda. Pero es muy difícil, por más programas, brigadistas y helicópteros que tengamos que se puedan prevenir los incendios forestales cuando éstos son provocados y la situación climática es adversa.
Aunque el Bosque de La Primavera ha sufrido fuertes incendios este año, 2023 está lejos de ser un año crítico para el Área Natural Protegida (no hay que cantar victoria, pues aún quedan varias semanas de secas). Los incendios más grandes y de mayor riesgo se han presentado en zonas boscosas que tienen uso humano y no tienen esquemas de áreas protegidas como Tapalpa, Concepción de Buenos Aires, Chiquilistlán, Atemajac de Brizuela y los bordes de La Primavera donde no hay políticas ambientales ni trabajo de prevención de incendios.
Si algo hemos de aprender de estos días de infierno para las poblaciones de la sierra y de pésima calidad del aire para la Zona Metropolitana de Guadalajara es que requerimos de una política de prevención de incendios mucho más amplia. Sin descuidar La Primavera hay que poner los ojos más allá, justo en las zonas limítrofes o de amortiguamiento del Área Natural Protegida y en zonas de expansión turística.
De algo podemos estar seguros: en el futuro inmediato habrá años igual o más secos que éste y también que la convivencia humana con los bosques del Estado es un riesgo que irá en aumento, pues cada año hay más fraccionamientos y construcciones en las zonas boscosas cercanas a la ciudad. Algunos incendios, los menos, son provocados por un pirómano o se hacen con fines de cambio de uso de suelo, aunque a la postre éste no se logre. La gran mayoría son por descuido, por lo tanto, prevenibles, producto de errores humanos que terminan costando muchísimo ecológica y económicamente, pero sobre todo en vidas humanas.
A los bosques hay que cuidarlos todo el año y todos los años. Lo que pasa hoy es consecuencia de lo que no hicimos o hicimos mal a lo largo de décadas. Las omisiones de hoy son las llamas de mañana.
diego.petersen@informador.com.mx