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El INE, tarde y mal

En cumplimiento de un mandato del Tribunal Electoral, el INE dio a conocer lineamientos sobre las precampañas a la mitad del proceso. Pero ¿quién le teme al INE? 

Claramente los candidatos de Morena no, pues ya dijeron que no atenderán reglas que llegan a mitad del proceso. Ellos llevan sus cuentas sui géneris de cuánto gasta cada candidato y, asómbrese, el que menos ha gastado es el señor de las carteleras, Adán Augusto López, pues los espectaculares que paga el pueblo o las bardas que pintan los simpatizantes, por algún extraño motivo, no cuentan. Los candidatos del Frente opositor tampoco van a pelar al INE. Lo que ha gastado Xóchitl Gálvez en giras y producción de materiales para redes sociales también excederá el tope de los 34.7 millones rápidamente. 

Eso no es lo que cuestan las campañas. Uno de los precandidatos del Frente, que la final no se inscribió en el proceso, dijo en un arranque de sinceridad lo que él había calculado que necesitaba para una campaña presidencial decorosa: entre 300 y 500 millones de pesos en la precampaña y entre cinco y siete mil millones para el proceso electoral. Eso es lo que cuestan las campañas, eso es lo que va a gastar cada uno de los principales candidatos de Morena (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López) y los que realmente compiten en el Frente (Xóchitl Gálvez, Santiago Creel y Enrique de la Madrid) en las precampañas. 

¿Quién paga todo eso? Por supuesto que ellos no, aunque tuvieran el dinero no lo gastarían en eso. Una parte pequeña la pagan los partidos, otra los donantes, esos que desde ahora andan buscando quedar bien con los que puedan ser los poderosos del próximo sexenio ¿No habrá por ahí cien empresarios que le metan diez millones a fondo perdido a uno o más candidatos para asegurar el derecho de picaporte en el próximo sexenio? Por supuesto que sí. Otra parte, quizá la más importante, viene de la corrupción: los guardaditos del sobreprecio de la obra pública y las compras gubernamentales.

Las reglas del INE son de caricatura. De entre todos los lineamientos hay uno que resulta patético por contradictorio. Dice: Las precampañas “no deben tener como objetivo el obtener el respaldo para la postulación de precandidaturas o candidaturas a un cargo de elección popular”. Entonces, ¿de qué se trata todo este circo? El INE no puede aceptar que lo que está en proceso son precampañas, porque de acuerdo a la ley esta no pueden desarrollarse hasta el mes de septiembre, pero como los partidos ya están el juego y no se van a detener, ellos han decidido ser también parte de la simulación.

El INE llegó tarde y mal a las precampañas de verdad. Les faltó fuerza e independencia para imponerse ante el Presidente y frente a los partidos hace dos meses. Ojalá que para la elección constitucional tengan un poquito más de orgullo institucional, pero sobre todo que entiendan cuál es su papel dentro del Estado: son autoridad, no facilitadores.

diego.petersen@informador.com.mx

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