Después de la revocación, ¿qué?
Pase lo que pase el domingo, el ejercicio de revocación de mandato será un punto de quiebre en el sexenio lopezobradorista. Es la bandera que anuncia el comienzo de la última etapa, el cierre de una administración más preocupada en trascender que en resolver, un gobierno que desde el primer día puso la mira en la historia.
Más allá de lo simbólico, independientemente del resultado, el lunes sabremos cuánto pesa Morena, cuál es su capacidad de movilización. No hay que confundir la intención de voto por Morena, que ronda entre 30 y 35 por ciento de acuerdo a las encuestas recientes, con la capacidad de movilización, que es lo que veremos en firme este fin de semana. El dato es fundamental para el presidente, pues tiene todavía dos años para afinar su orquesta antes de la elección presidencial, e igual de valioso es para la oposición.
El lunes es el inicio del fin del sexenio. Un final que en cualquiera de los tres escenarios será de mucha turbulencia y pasiones políticas desbordadas
Hay tres escenarios posibles que podemos vislumbrar en función del resultado.
El primer escenario es el fracaso de la consulta. Si el domingo no salen a las urnas al menos 11 millones de mexicanos, el número de las firmas entregadas por Morena al INE para solicitar la realización de la consulta, los grandes derrotados serán el presidente y su partido. Por supuesto que culparán al INE de la falta de promoción, pero un resultado por debajo de 13 por ciento de participación envalentonaría a la oposición de cara a las próximas elecciones de gobernador y complicaría al gobierno lopezobradorista cualquier negociación en las Cámaras. Este escenario es poco probable, pero no imposible. El voto desde el partido en el poder suele sobrestimarse.
Un segundo escenario es que, independientemente del resultado, la votación oscile entre 12 y 20 millones, esto es, entre 14 y 25 por ciento de participación. Aunque, por supuesto, también culparán al INE de los resultados, podríamos considerar que la consulta funcionó para los efectos de Morena; movilizar alrededor de 15 millones en seco, es decir, sin candidato y en una elección donde no hay competencia real, mostraría que el obradorismo goza de cabal salud. Este es el escenario más probable.
El tercer escenario sería una participación arrolladora que supere los 20 o 25 millones de votos. Ello dejaría un presidente sumamente fuerte de cara al final del sexenio, abriría las puertas a las reformas electoral y eléctrica y a que, por simple instinto de sobrevivencia, un buen número de diputados y gobernadores de oposición se cambien a las filas del presidente. No faltará quien desde Morena comience a hablar de reelección o ampliación de mandato simplemente para fortalecer la figura presidencial. Si bien es el escenario menos probable, no se puede descartar.
El lunes es el inicio del fin del sexenio. Un final que en cualquiera de los tres escenarios será de mucha turbulencia y pasiones políticas desbordadas.
diego.petersen@informador.com.mx