De la presidenta científica a la presidenta maniatada
Los primeros nombramientos de Claudia Sheinbaum despertaron cierta esperanza de que el próximo sería un gobierno distinto. La doctora, como suelen decirle quienes quieren destacar su nivel de educación, es mucho más técnica, es una científica, solían repetir los esperanzados. Y sí, es cierto, tiene estudios de doctorado y también muchos años en la grilla. Si llegó a la presidencia no fue por su nivel académico, sino por su capacidad para hacer política. Supo venderle a López Obrador que ella era la más confiable para el grupo, y hasta ahora lo ha cumplido cabalmente.
¿Hay alguna razón para que Claudia tome distancia del gobierno de López Obrador? Ninguna. Quienes quieren ver en cada gesto de la presidenta electa un cambio de rumbo están solo extrapolando un deseo, pues hasta ahora los nombramientos del gabinete se han dividido entre los de su propio equipo y los de López Obrador casi por igual, con una diferencia: todos los puestos clave para asegurar la continuidad del régimen los ha puesto el presidente.
Esta semana la presidenta electa mandó dos señales poco halagüeñas para quienes desean un cambio de rumbo dentro de la 4T. La primera fue el discurso en el Heroico Colegio Militar, frente a las tropas del ejército mexicano, donde se comprometió a seguir con la política de seguridad basada en una Guardia Nacional militarizada, dependiente económica y operativamente de la Sedena, así como mantener todas las nuevas funciones que les ha asignado el presidente López Obrador. Ese suele ser un acto que se realiza una vez que el presidente toma el poder, no antes. Claudia lo hizo anticipadamente, con el presidente saliente sentado a un lado de ella. Eso explica el adelanto de las designaciones, fuera de todo protocolo, en Sedena y Marina el viernes pasado, y también deja claro la tutela del caudillo.
En los nombramientos de ayer destaca el de Octavio Romero Oropeza como director del Infonavit. El actual director de Pemex no tiene el perfil para dirigir el Instituto de Vivienda, como tampoco lo tenía para dirigir Pemex. El agrónomo Romero Oropeza es la persona de confianza del presidente López Obrador, literalmente quien le llevaba sus asuntos personales. Su gestión en Pemex fue un fracaso, particularmente en lo financiero. A ese mismo personaje, Sheinbaum, la científica, lo pondrá al frente del Instituto de Vivienda, el Infonavit, el organismo que, dicen los aplaudidores, cambiará la política de vivienda en México.
Otro nombramiento particularmente extraño viniendo de la presidenta científica es de la Comisión Nacional del Agua. Si hay un tema delicado para el país en los próximos años es el manejo de los recursos hidráulicos. Sheinbaum ha escogido para este puesto a un fiel colaborador y operador político, Efraín Morales López, un joven abogado que trabajó como director en la Secretaría de Obras y Servicios de la Ciudad de México sin experiencia en la materia.
Cada día que se acerca la toma de posesión, la presidente científica, lejos de lucir más empoderada, parece estar más maniatada.
diego.petersen@informador.com.mx