De la Fuente y Ebrard: el alfil y el caballo de la reina
Enrique Peña Nieto nombró secretario de Relaciones Exteriores a Luis Videgaray, su mejor amigo y funcionario, pero sin experiencia en el servicio exterior, por una sola razón: conocía al yerno de Trump. En un arranque fuera de toda lógica diplomática invitaron al entonces candidato republicano a Los Pinos, una visita fuera de protocolo. Trump se cenó a Peña Nieto de un bocado. Más adelante, ya como presidente, bastó que Trump amenazara con cerrar la frontera para que el secretario de relaciones exteriores de López Obrador, Marcelo Ebrard, se comprometiera a cambiar radicalmente la política migratoria del país. La rápida toma de postura del canciller provocó la renuncia del director del Instituto Nacional de Migración (INM), Tonatiuh Guillén, y fue el origen de la famosa anécdota narrada por Trump sintetizada en la frase “nunca vi a alguien doblarse tan rápido como al gobierno de López Obrador”.
Trump está costumbrado a doblar al gobierno mexicano. Sabe que la correlación de fuerzas es tan disímbola que basta un gruñido del mastín gigante para espantar al perro menor y que éste suelte el hueso. El gobierno de Claudia Sheinbaum tendrá que ser muy inteligente ante la posible presión del gobierno de Trump y tener muy claras las prioridades.
Lo que tiene que defender Juan Ramón De la Fuente desde Relaciones Exteriores no es la política de abrazos y no balazos, sino la soberanía y la seguridad nacional. El gobierno mexicano no se puede dar el lujo de que exista la menor confusión en este discurso. Ello implicará una persecución mucho más seria, sistemática y eficiente contra el crimen organizado y alinear los intereses de Estados Unidos -que no es otra cosa que reducir la oferta de fentanilo en las calles- y los de México, cuya prioridad es reducir la violencia criminal (asesinatos y desaparición de personas). En política el discurso no es lineal ni directo y la forma de presionar de un probable segundo periodo de Trump a la presidenta mexicana será por la falta de resultados en la persecución al crimen organizado. De la Fuente tendrá que ser un hábil alfil, avanzar sin chocar de frente y con la doble misión de atacar, cuando sea posible, y defender siempre la posición de la reina.
El otro gran tema, el de la revisión del Tratado de Libre Comercio, tendrá más frentes abiertos en lo político que en lo comercial. La lectura de Claudia Sheinbaum de poner al frente de la Secretaría de Economía a un político negociador como Marcelo Ebrard parece ser la correcta. El problema vendrá cuando surjan los reclamos por las reformas del Plan C que atentan contra las cláusulas democráticas y la certeza de la inversión, en particular la reforma judicial. El secretario de economía tendrá que ser muy hábil para brincar incluso a los peones de la 4T y salvaguardar los intereses nacionales por encima del proyecto ideológico, aunque esto no le guste a algunos de los duros, comenzando por López Obrador.
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