Cinco razones para terminar el Museo de Ciencias
Hace muchos años, más de 30, presumiéndole mi ciudad a Mikel, un amigo danés, éste me hizo una observación que cambió mi forma de ver a Guadalajara. “Es una ciudad muy bonita, pero ¿por qué todo está como a medio hacer?”. Desde entonces en todos mis recorridos, sea a pie, en bici, en tren o en coche no puedo dejar de fijarme en los edificios que no enjarran las paredes externas, en los camellones que se interrumpen súbitamente, en los postes sin luminarias, en las casas con eso que mi hermano Carlos bautizó como “los castillos de la esperanza”, esas varillas sin recortar en los techos de las casas, protegidas de la oxidación con una botella de refresco embrocada, y que no son sino la esperanza de que algún día de ahí nacerá el segundo piso. Más vergonzosas aún son las obras públicas a medias, como los Arcos del Milenio, el abandono de la Plaza Tapatía, la antigua y deshabitada biblioteca pública, etcétera.
El Museo de Ciencias Ambientales es una obra a medias por una decisión absurda en medio de un conflicto político. A estas alturas del partido da igual quién tiene la razón. Hay muchísimas razones por las cuales terminar este gran proyecto. Yo enumero sólo cinco.
1. Porque es un museo único entre sus pares. Mientras en el mundo todos los museos de ciencia están fundamentados en explicar el pasado y exponer lo muerto, el Museo de Ciencias Ambientales de Guadalajara trata de lo vivo y del futuro.
2. Porque es un museo pensado para la comunidad a la que se debe, particularmente para todos los jóvenes de secundaria y preparatoria (no sólo de la UdeG) y de manera muy especial para servir a los barrios y colonias de su entorno.
3. Porque es una joya arquitectónica. El diseño del despacho noruego Snøhetta (autores entre otras grandes obras de la Ópera de Oslo o la nueva Biblioteca de Alejandría en Egipto) logró en el Museo de Ciencias Ambientales una abstracción del entorno natural de Guadalajara verdaderamente excepcional.
4. Porque el museo es la obra pública cultural más importante de Jalisco desde la construcción del Teatro Degollado. Las dos bibliotecas, la antigua y la nueva son importantes, el Conjunto Santander de las Artes, el Palcco y el Auditorio Metropolitano son grandes obras culturales de los últimos años. El Museo como obra pública cultural las supera a todas.
5. Porque el Museo de Ciencias Ambientales no es de Raúl Padilla, aunque él fue el gran promotor, ni de la UdeG, que tiene a cargo su gestión. Es ya patrimonio de todos los jaliscienses y si me apuran de todos los mexicanos, no sólo porque hay mucho dinero público invertido ahí, sino porque no hay otro museo de esas características en el país.
Por el bien de Guadalajara, por el bien de todos, terminemos el Museo de Ciencias Ambientales.
diego.petersen@informador.com.mx