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Caso García Luna, ¿qué aprendimos?

Dentro de unos días conoceremos el veredicto del jurado en la causa que se sigue a García Luna en la Corte de Brooklyn, Nueva York. A estas alturas del partido y para efectos mexicanos da prácticamente igual si lo encuentran no culpable o culpable de uno, dos o más delitos. Lo que tenemos que revisar seriamente en México es qué hacemos con la realidad que quedó ahí retratada.

El ex presidente Felipe Calderón le debe, por decir lo menos, una explicación al país. De acuerdo a lo expuesto en el juicio, la famosa Guerra al Narco no sólo fue una estrategia fallida, sino en gran medida simulada. ¿Qué sabía el entonces Presidente? ¿Hasta dónde fue engañado o él nos engañó? ¿Cuál es, diez años después, su versión de lo sucedido? Con los elementos que aparecieron en el caso García Luna quizá no alcance para llevarlo a juicio, pero sí para exigir que rinda cuentas.

Lo grave es que el problema va más allá de Calderón. Lo que ha quedado claro en estos días es que el crimen organizado ha tenido colaboración de todos los poderes y los tres niveles de Gobierno. Si existen esas organizaciones de tráfico de drogas es porque hay una estructura en el Estado que las protege, independientemente del partido o persona que nos gobierne. Hay “Garcías Lunas” en todos los partidos, acuerdos con todos los grupos, en todo el territorio nacional.

El Presidente López Obrador va a aprovechar el juicio de Nueva York para seguir atacando a Calderón y al pasado; la oposición seguirá insistiendo que el saludo a la madre de “El Chapo” o la liberación de Ovidio Guzmán son una prueba del acuerdo de este Gobierno con el cártel de Sinaloa. López Obrador seguirá combatiendo al pasado desde la Mañanera, pero no desde la justicia. Los opositores continuarán con el discurso del pacto del Gobierno obradorista con el cártel de Sinaloa, pero no hablan de los arreglos que hicieron los sucesivos gobiernos del PRI y del PAN. Ni uno ni otro es capaz de plantear una salida de fondo y hacia adelante. Nadie quiere reconocer que lo que hemos visto en Nueva York es mucho más grave que un simple policía corrupto.

Mientras todo eso sucede, en el día a día toneladas de drogas se mueven en México, la mayor parte va a Estados Unidos, pasa por la frontera ante la vista gorda de agentes aduanales, policías de uno y otro lado y agentes de la DEA. La droga transita por carreteras estadunidenses y llega a cada una de las ciudades del país vecino, a cada barrio rico o pobre, a cada consumidor. De regreso vienen armas, miles de armas que pasan la frontera sin que nadie las detenga, armas que terminarán cobrando las vidas de miles de distribuidores y consumidores de droga en México, de jóvenes atrapados en el crimen organizado.

¿Qué aprendimos del juicio a García Luna? Al parecer nada, excepto quizá que todo es una gran simulación.

diego.petersen@informador.com.mx

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