Ideas

Cárdenas y Bartlett; cuestión de tamaños

Cuauhtémoc Cárdenas le podrá caer mejor o peor a unos y a otros. Tiene fans y detractores, pero nadie duda de su aporte a la democracia de este país. Cuando en 1987 crea junto con Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez Navarrete la Corriente Democrática (CD) del PRI, abrieron un enorme hueco en el monolito autoritario del partido hegemónico y piedra angular de un sistema antidemocrático. Junto con las bregas eternas de los panistas, el movimiento encabezado por Cárdenas fue el segundo brazo de la pinza que rompió la nuez. Apenas unos años antes, en 1985, como secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz operaba el fraude en la elección estatal de Chihuahua.

Como candidato a la Presidencia de la República en 1988, Cuauhtémoc Cárdenas recorrió el país en camión, pueblo por pueblo (algo similar a lo que después haría López Obrador). Usando el registro de tres partidos pequeños, dos de ellos rémoras del PRI -el PARM y el PPS- y uno pequeño de izquierda, el PST -reconvertido después en el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, conocido como “el ferrocarril” por lo sonoro de sus cifras, PFCRN- Cárdenas partió al PRI, convocó a la izquierda y se puso al frente de un gran movimiento nacional. El priismo tuvo que recurrir a un gran fraude para mantener el poder. Ese fraude lo encabezó Manuel Bartlett, en su calidad de secretario de Gobernación y presidente del Consejo Electoral; él fue artífice de la caída del sistema que llevó a la presidencia a Carlos Salinas de Gortari, ese mismo al que ahora Bartlett y López Obrador culpan de haber destrozado al país.

Mientras Cuauhtémoc Cárdenas ganaba la primera elección de jefe de Gobierno de la Ciudad de México en 1997 por el recién creado PRD, el partido que aglutinó en aquellos años a todas las fuerzas de izquierda, Manuel Bartlett había cobrado ya sus servicios a la Patria convirtiéndose en gobernador de Puebla, por supuesto por el PRI.

Con Cuauhtémoc Cárdenas se puede estar de acuerdo o no, pero nadie puede negar que es uno de los grandes bastiones y referentes de la izquierda mexicana. Con Manuel Bartlett lo que se comparten son intereses políticos. Algo hay muy extraño en un Gobierno que se dice de izquierda, como el de López Obrador, que considera a Cuauhtémoc Cárdenas como parte de sus adversarios y tiene a Manuel Bartlett como uno de sus grandes aliados de su proyecto político, no sólo en lo ideológico sino en lo económico.

En política el tamaño moral sí importa y las alianzas dicen mucho de quien las hace.

diego.petersen@informador.com.mx

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