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Alfaro vs Padilla, ¿qué sigue?

Pocas marchas tan ridículas como la que vimos el sábado pasado en las inmediaciones de la Expo Guadalajara para protestar contra la FIL y Raúl Padilla. Fue la marcha de la abyección: en primera fila estaban, rijosos y envalentonados, un grupo de alcaldes, secretarios y diputados sudando calenturas ajenas, en una vergonzosa batalla por demostrarle al jefe quién es más alfarista que Alfaro, quién hacía el ridículo más grande para mayor gloria del líder, que seguramente estaba muy contento en Casa Jalisco viendo el éxito de la manifestación. Más vergonzosa aún fue la actitud de legisladores -federales y locales- y miembros del Poder Judicial que cancelaron su participación en la FIL, que se autoexcluyeron de un espacio de debate por “solidaridad” con el poder.

Ya Raúl Padilla y el Grupo UdeG sacaron a los estudiantes a la calle para exigir presupuesto, y de paso la renuncia del gobernador (de una vez, ¿no? Ya venimos, exijamos que se vaya) y el gobernador sacó a sus huestes burocráticas para gritarle ratero a Padilla (¿tú sabes qué se robó? No, pero grita para que se ponga contento el jefe). ¿Qué sigue? ¿Es sólo una guerra de egos, un pleito de dos machos alfa de la política jalisciense, o hay algo más?

Hay quienes aseguran que el gobernador Alfaro tiene ya preparada una embestida final contra Padilla, que tiene un acuerdo con el Gobierno federal para iniciar una persecución judicial contra “el licenciado”. Aunque para algunos de los asesores de Alfaro pudiera tener sentido usar el Gobierno para generar un cambio al interior de la estructura de control de la Universidad y ganar una fracción de ese poder (que el padre de Alfaro tuvo y perdió a manos de Raúl Padilla) las consecuencias de gobernabilidad serían mayores: la Universidad tiene presencia en prácticamente todos los municipios del Estado y el momento político no parece ser el más propicio para generar una inestabilidad de ese tamaño.

La fuerza de Raúl Padilla está al interior de la Universidad. Mientras los embates vengan de fuera, sea del Gobierno del Estado o incluso del Gobierno federal, la correlación de fuerzas interna no cambia. Los movimientos en pro de la democratización de la Universidad e incluso los anti-Padilla siempre han existido, desde los residuos de la FEG hasta grupos académicos que exigen mayor democratización. En la manifestación contra Padilla y la FIL no había contingentes de esos universitarios, lo cual no significa que no haya oposición al grupo de control de la UdeG, sino que el alfarismo nunca logró permear políticamente la Universidad.

Podemos esperar más ruido, mucho ruido de una y otra parte el próximo año, como dos pandillas que se cucan en los límites de dos barrios. Lo lógico sería que ninguno de los dos dé un paso definitivo hacia la guerra, pero sabemos que en política las pasiones y la soberbia nublan el entendimiento y llevan a las peores decisiones. 

diego.petersen@informador.com.mx

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