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AMLO, violencia de género y las lecciones de “Barbie”

En una declaración de antología, digna de pasar a los anales de la historia al lado de la de Santiago Creel, que se dijo discriminado por ser güerito, el Presidente López Obrador, enojado porque alguien le recordó que también él tiene límites y normas que acatar espetó: “Una pregunta: todo lo que me dicen a mí, ¿no hay violación de género o el género es nada más femenino?”. Ni “Ken”, cuando descubrió la existencia del patriarcado en la película de “Barbie”, lo hubiera dicho con semejante estulticia.

Ya sabíamos que en temas de género el Presidente tiene un déficit, que su matriz cultural respecto al rol de las mujeres es profundamente conservadora (aunque él se sienta liberal) y que ha tropezado, una y otra vez a lo largo del sexenio, con la misma piedra: las mujeres. Ya sabemos que no entiende, pero, montado en su macho, él insiste en su superioridad moral porque hay más mujeres en el gabinete, muchas de ellas, por cierto, abiertamente desautorizadas y ninguneadas por subsecretarios, ellos sí hombres, que son los que operan.

Más patético es que, en un intento por quedar bien con su jefe, la presidente del Instituto Nacional de las Mujeres, Nadim Gasman, una doctora inteligente y preparada, haya pedido hace unos días a las mujeres que participan en la política que “aguanten vara”, pues “la política es pinche” y hay que “dejar los casos de violencia a lo que son violencia, porque hay que diferenciar lo que es violencia de lo que es cambiar las formas de hacer política”. Así.

La forma de hacer política del Presidente, si le entendí bien a Gasman, es “pinche” y es “pinche” entre otras cosas porque es violenta y particularmente violenta en razón de género. Su recomendación, por contradictorio que suene, es que hay que aguantar vara para curtirse como los hombres. De acuerdo a la página del propio Instituto, en su muy útil y atinado glosario para la igualdad, la violencia política consiste entre otras cosas, cito, en el “ejercicio del poder contra las personas opositoras, para que se abstengan de dirigirse contra el sistema o (la) política imperante”. Descalificar desde la más importante tribuna del poder a una opositora porque es “la botarga” de los hombres poderosos que deciden por ella es, desde donde se vea, violencia política de género.

El Presidente, la primera víctima de la nación, no soporta que digan que él es el victimario. Ya que parece que Nadim Gasman no está dispuesta a hacerlo, alguien le tiene que explicar de qué va la violencia de género. Y, sólo como una idea al vuelo, darle una tarde libre para que vaya a ver “Barbie” que, si bien a mi gusto como película es bastante menos buena de lo que dicen, es una gran lección sobre el machismo con mucho sentido del humor.

diego.petersen@informador.com.mx

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