AMLO, la Mañanera y el derecho a la información
En memoria de Noé Jitrick
Vamos a hacer mañaneras los fines de semana porque los medios no garantizan el derecho a la información, dijo el Presidente luego de que, a mano alzada, los reporteros patiños votaran porque así fuera.
Se puede entender perfectamente la necesidad del Presidente López Obrador de no dejar espacio los fines de semana. Por primera vez en lo que va del sexenio no lleva la voz cantante en los temas que se discuten. Una andanada de escándalos producto de los “Guacamaya” leaks y una terca realidad que no perdona, con balaceras, una masacre en Guerrero, el asesinato de una diputada en Morelos, la renuncia de su secretaria de Economía Tatiana Clouthier en pleno proceso de controversia en el T-MEC y la amenaza de un libro sobre los manejos financieros López Obrador durante los doce años de campaña, han mostrado en los últimos días a un Presidente ofuscado y a la defensiva, cada día más ofensivo con quien él llama sus adversarios y menos irónico y divertido que de costumbre.
No confundamos la Mañanera con un ejercicio de derecho a la información ni permitamos que se acuse a los medios de no garantizar ese derecho. Primero porque el obligado constitucionalmente a garantizar el derecho a la información es el Estado y los sujetos de derecho somos los ciudadanos.
Le puede gustar o no al Presidente, y de ahí para abajo, el trabajo que hacemos los periodistas. No pocos ciudadanos critican, algunos con mejores argumentos que otros, el trabajo de los periodistas de los llamados “medios tradicionales” y nuevos medios en internet, y nadie como los propios periodistas sabemos las limitaciones de nuestro oficio y los errores que cometemos.
En cualquier caso, los periodistas, organizados en empresas o independientes, somos al igual que todos los ciudadanos los sujetos del derecho a la información, no los garantes. Difundir información -entre ella las actividades y pensamientos del Presidente- es nuestro derecho no nuestra obligación. Quien sí está obligado a dar información -y hay que tener claro que sus opiniones, burlas, comentarios y sentimientos del Presidente en la Mañanera son discurso político, no información- son las entidades públicas a través de sus representantes.
Hablar más tiempo y más días a la semana nada tiene, pues, que ver con el derecho a la información sino con un ejercicio de control de la narrativa. Me temo, sin embargo, que no servirá de mucho. El problema del discurso gubernamental no es la falta de intensidad sino la credibilidad. Dicho de otra manera, no son los periodistas -el mensajero- quien distorsiona la realidad sino la realidad la que confronta el discurso del Presidente. Más mañaneras, la sabatina y la dominguera, no resolverán los problemas de seguridad, inflación o falta de medicamentos.