8M: contrastes
El discurso de la ministra Norma Piña es contundente. “Es posible e impostergable detener de una vez por todas la discriminación y las violencias por razón de género”. No lo dice una manifestante, lo dice la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hoy la mujer más poderosa de este país. “Hoy -enfatiza la ministra en su discurso- al Poder Judicial le toca guardar silencio para escuchar a las que gritan en las calles, que dan voz a las que callan y nos recuerdan a las que hablaron por primera vez”. En el patio de enfrente, en el Palacio Nacional, en la celebración del Día de la Mujer, la diputada Rosangela Amairany Peña Escalante hace una oda al conservadurismo recalcando que las mujeres son el pilar de las familias, y termina su discurso con un poema no por cursi y malo menos revelador: “Tú, tú mujer virtuosa/ tu valor excede el de las piedras preciosas” recita oronda repitiendo los clichés que dice combatir.
En las principales ciudades de México, las mujeres gritan y exigen poder salir a las calles sin que nadie las acose, poder decidir sobre su cuerpo, poderse vestir sin pensar qué les van a gritar cada día. Exigen igualdad de oportunidades y condiciones en el trabajo. Exigen justicia. El acto de Palacio Nacional, resguardado por tres hileras de vallas y antimotines, tiene como protagonista al Presidente, quien dice que la Cuarta Transformación es por decreto feminista, pero que eso incluso está superado. En el público, las mujeres convocadas al evento -diputadas y senadoras de Morena- aplauden y agradecen. Llevan todas un lazo rosa y morado en la solapa. Cada lazo es también un broche, un pin con la cara de López Obrador caricaturizado. En el centro de la celebración del Día de las Mujeres en Palacio, está el señor amlito.
La antimonumenta en la Plaza de Armas de Guadalajara es el centro de reunión de miles de mujeres para iniciar una marcha rumbo a la Glorieta de las Desaparecidas y los Desaparecidos (una marcha que, por cierto, intencionalmente da la espalda a las vallas que también han puesto alrededor de Palacio de Gobierno de Jalisco). Mientras la antimonumenta convoca a las mujeres a marchar, los monumentos y esculturas urbanas de la ciudad amanecen todos enrejados y cubiertos con costales de ixtle. Acorralados y avergonzados, parece ser el mensaje, por supuesto involuntario, de las autoridades en esta instalación efímera que, dicho sea de paso, le daba un toque interesante a la ciudad.
Vaya contrastes.
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