Ideas

Diario de un espectador

Atmosféricas. Otra invención de la cruz de mayo. Silenciosas las obras por los días que corren. Todo espera para mejores días, y una larga resistencia habrá otra vez de salir triunfante. El jardín tensa imperceptiblemente sus hilos de paciencia, sabe muy bien su cometido para mejorar con humildad y constancia las temporadas de prueba. A lo largo de la pérgola llegan los recados de duración y cauto júbilo de la llamarada. Descienden luego sus guías para seguir construyendo su sombra bienhechora. Por mientras, en el jardín que mira pacientemente la laguna de serenidad y de repentinos oleajes, se acomodan al sol las frondas rumbo al estío. Por todos lados avanza, constante, la savia de la estación. Recordatorios de cómo, en las más complicadas circunstancias, una vasta sabiduría puede entregar el consuelo y el coraje para ir más allá.

La ciudad lleva y trae los ruidos de siempre, pero en un ritmo cansino, precavido. Menos serán tal vez las obras en las que el tres de mayo levante sus cruces. Pero basta con que en una modesta construcción un maestro de obras arregle con cuidado el monumento para saber que todo ha de seguir, que la comunidad de quienes buscan una mejor ciudad, un más alto vuelo para sus días, continua sus trabajos. Cantos de pájaros de una nitidez ya olvidada acompañan las jornadas tranquilas.

jpalomar@informador.com.mx

Síguenos en

Temas

Sigue navegando