Diario de un espectador
Atmosféricas. El verano, con su barca de rosas, se acerca. Ah, Carlos Pellicer:
Junio me dio la voz, la silenciosa
música de callar un sentimiento.
Junio se lleva ahora como el viento
la esperanza más dulce y espaciosa.
Yo saqué de mi voz la limpia rosa,
única rosa eterna del momento.
No la tomó el amor, la llevó el viento
y el alma inútilmente fue gozosa.
Al año de morir todos los días
los frutos de mi voz dijeron tanto
y tan calladamente, que unos días
vivieron a la sombra de aquel canto.
(Aquí la voz se quiebra y el espanto
de tanta soledad llena los días.)
No hay rosas en el jardín. Se las llevó, parece, la bondadosa señora que ya no está. Nomás no se volvieron a dar, por más que renovados esfuerzos quisieron rehacer la rosaleda. El viejo jardinero, con tristeza, borró al fin la maravillosa glorieta donde tantas especies rosáceas florecieron, y plantó allí otras yerbas.
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El señor levantino entra al cielo. Impecablemente vestido, como siempre, una sonrisa entre bondadosa e irónica, la apostura que viene de siglos de refinamiento y buena crianza. Un perfecto bey, se sabe. Deja atrás una perdurable estela de cariño, de amistades contritas pero esperanzadas, de fidelidad a sus afectos, a sus amigos. Decía que cuando muchacho se encerraba en un amplio cuarto y jugaba él solo al futbol, pateando furiosamente contra las paredes el balón. Sobrio consuelo para el abandono y la desventura. Salía, al fin, bañado de sudor, todavía triste. Porque la tristeza fue uno de sus sinos. Interperrito, fue dejando jirones de su alma en cada pérdida: su padre, su madre, su hijo, su hermano idolatrado, todos sus amigos. Pero siempre le quedaban arrestos, y aun los acrecentaba, con estoicismo y sabiduría. Entra ahora al cielo de los justos con la tranquilidad de quien supo vivir haciendo con toda discreción un mundo mejor. Cinco mujeres quedan, llorando, sobre el muelle de la vida, y le dicen adiós, agradecidas y benditas. Habrán, sin duda, de volver a ver a ese señor, quien por lo pronto hace un guiño, cariñoso, ya eterno.
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Dijo Federico García Lorca:
Mira a la derecha y a la izquierda del tiempo y que tu corazón aprenda a estar tranquilo.
Los pueblos son libros. Las ciudades periódicos mentirosos.
El que quiere arañar la luna, se arañará el corazón.
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Gnarls Barkley es un señor negro que gusta vestirse como gendarme en sus conciertos. Tiene una voz excepcional, y por lo menos una canción extraordinaria que se llama Crazy.
Me acuerdo cuando
Me acuerdo, me acuerdo cuando perdí la razón
Algo había tan feliz en ese lugar
Aun tus emociones tenían eco en tanto espacio
Y cuando ahí estaba, indiferente
Sí, era yo intocable
Pero no era porque suficiente no supiera
Nomás sabía demasiado
¿Eso me convierte en un loco?
Posiblemente
Y bien quisiera que estés en los mejores días de tu vida
Pero piénsalo dos veces
Es mi único consejo
Mira, ahora, quién
Quién, quién
Quién crees que eres
Bendita tu alma
¿De veras crees que mantienes tu rumbo?
Pos bueno
Pienso que estás loca
Exactamente como yo
Mis héroes tenían el coraje
De jugarse la vida en cada esquina
Y todo de lo que me acuerdo, es de pensar
Que quería ser como ellos
Desde que era un niño
Desde que era un niño parecía emocionante
Y coincidencia no es que haya venido
Y que me pueda morir cuando termine
Pero a lo mejor estoy loco
A lo mejor tú estás loca
A lo mejor estamos locos
A lo mejor
jpalomar@informador.com.mx