Día de la Revolución
Pues sí, señores, ya a mitad de noviembre disfrutamos de un fin de semana largo en nombre de la Revolución mexicana.
Aunque es muy bueno que en ocasiones como éstas nos sentemos unos momentos a reflexionar en el significado de estos conceptos, e incluso de estas palabras, porque a veces tergiversamos el orden de las cosas y lo que debiera ser beneficioso, se vuelve en contra nuestra.+
En circunstancias como las actuales, estamos viviendo rachas de contradicciones muy fuertes, y en aquello que habíamos excedido, la pandemia nos está obligando a retomar moderación: en nuestras actividades, relaciones sociales y familiares, y muchas otras cosas en las cuales habíamos ya dejado entrar cierto desorden.
Por tanto, si bien miramos, de lo que más tenemos necesidad es de una “renovación” en el sentido amplio y verdadero de esta acepción.
Por ejemplo: “revolución” nos habla de revolver, de agitación y algarabía… en cambio “renovación” nos invita a volver al orden, a lo nuevo, transformando nuestras viejas costumbres en algo bueno y saludable, a retomar nuestros horarios, conforme a los ritmos naturales.
Recuerdo a una persona que decía: “sale el sol, salgo yo; se mete el sol, me meto yo”. Y aunque esto no sea tan matemático, sí, tiene una cierta lógica, porque también es orden respetar el ciclo de descanso en el sueño.
Renovación invita a vivir en armonía con los otros seres humanos en sano un intercambio de bienes y valores que a todos favorece.
“Revolución” evoca agitación, revueltas, y a veces también violencia y agresión; porque a veces creemos que la revolución es solamente darle la vuelta a la clepsidra y luego nos asombramos de que todo sigue igual, aunque con otros protagonistas.
Incluso cuando se habla de Juárez, como benemérito impulsador de lo nuevo, tenemos que reconocer que al abrir la puerta a las libertades, dejó que se colaran también los libertinajes; y al pretender destapar la caja de los “valores” se escaparon y echaron a volar también muchos anti-valores.
Pero hoy todavía queremos “revolución” y desdeñamos “renovación”, escuchamos a quien grita más fuerte y seguimos en pos de quien adopta voz de mando, aunque no tenga autoridad.
Y ahora que se aproximan ya las Fiestas Navideñas, celebradas por todos -incluso por aquellos que proclaman no creer-, deberíamos todos, en conjunto, hacerlo con respeto y buen juicio, porque las consecuencias luego, las sufrimos todos, ya en contagios, en pobreza o en sufrimientos colaterales lamentando pérdidas valiosas de personas amadas.
Por eso es muy bueno, desde ahora, pedir a Dios que nuestra resolución sea más que revolución, renovación de la mente y del corazón, ya que es de allí de donde sale lo bueno y lo malo de cada ser humano y que luego se refleja en palabras y actitudes.