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Día de Reyes

La fiesta de los Reyes Magos pareciera que es una fiesta eminentemente infantil, no obstante incluso para aquellos que alguna vez dijeron que no creían en ellos, y al cabo de un tiempo hasta llegaron a serlo.

Porque para todos, chicos y grandes, el Señor Jesús enciende una estrella.

Saberla reconocer es un privilegio hermoso, porque esa estrella es luz para el alma, claridad para la vida; es ánimo, consuelo y alegría en los diversos momentos que vamos atravesando a lo largo de la vida.

El recuerdo de los Magos que llegaron al pesebre de Jesús niño ofreciéndole como dones: Oro, Incienso y Mirra, es un simbolismo muy significativo y claro que todos podemos leer y entender, y que desde nuestra propia realidad también podemos ofrecer.

El ORO simboliza lo externo, las cosas materiales que nos rodean y las que podemos comprar con dinero. El oro es lo que más encandila, lo que más reluce y también lo que nos es más necesario para vivir como seres humanos.

La MIRRA, que para nosotros no es muy conocida, es una planta medicinal de otras regiones. Es el símbolo de nuestra humanidad que frecuentemente sufre malestares y enfermedades y que ocupa remedios para calmar sus dolencias.

El INCIENSO lo hemos visto frecuentemente en los templos como humo perfumado que se eleva; pero simbólicamente lo percibimos como el aspecto espiritual de nuestro ser que puede elevarse hasta el cielo y llegar a Dios hecho oración.

Y al ofrecer cada día estos dones, la estrella que vive oculta y a veces empañada en lo más íntimo del corazón, empieza a brillar con resplandor desconocido, muchas veces invisible a los ojos de quienes nos rodean, aunque a veces perciben, en nuestras palabras y acciones, la presencia evidente de Jesús.

PARA LOS NIÑOS es una fiesta grande recibir regalos y juguetes, a pesar de que en la actualidad la publicidad les rompe la fantasía pues se ha encargado de hacerles ver, en anuncios y aparadores todo lo que pueden desear y esperar…

No obstante, en familia es importante explicarles y hacerles comprender que todos los dones vienen de Dios, y que así como nos dio al Niño Jesús, así nos trae todas las alegrías soñadas e imaginadas. Aunque a veces los regalos no logren serlo, pero en una forma o en otra, la felicidad más grande es la que Dios nos da.

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