Detrás de Javier Milei
El presidente electo Javier Milei se ha convertido en el primer personaje que asumirá el poder como firme creyente de las ideas libertarias. Y tenía que ser en Argentina, donde la presencia de un Estado protector ha sido cultivada durante décadas. El nuevo mandatario ha prometido poner en marcha una agenda inspirada en las ideas que expusieron la escritora estadounidense Ayn Rand y el filósofo Robert Nozick, quizá sus mayores inspiradores.
Ayn Rand ha sido objeto de enorme admiración en círculos de millonarios en Estados Unidos, donde personajes como Steve Jobs y Elon Musk le han rendido homenaje por sus ideas. Es, al mismo tiempo, un ideario vivo en la política estadounidense y un ícono de la cultura pop que intenta ridiculizar el egoísmo extremo.
Luego de la muerte de Rand en 1982, en algunas universidades se sostenía que tener una copia de “El Manantial” en el escritorio era un símbolo de radicalismo conservador, y sus obras circularon como objeto de culto en círculos intelectuales, empresariales y políticos de las grandes ciudades de Estados Unidos y el Reino Unido.
Aunque Ronald Reagan reconocía sus obras, ninguno de sus admiradores había ofrecido abiertamente poner en marcha políticas públicas radicalmente apegadas a ese ideario que pugna por el individualismo y el Estado mínimo. Ahora, Javier Milei se enfrenta al desafío de aplicarlas alegando respetar al individuo por encima de cualquier otro valor social.
La agenda libertaria sostiene que “el egoísmo es una forma de cuidado” y que “la riqueza es algo hermoso”. Afirma que “la verdadera libertad vive... en la ruptura de los lazos y la ruptura de las ataduras”. El mérito individual evoca una suerte de narcisismo en el que seguramente algunas personas pueden sentirse identificadas, pero que desata una sensación de estar en el límite de una suerte de autoritarismo y desprecio por la dignidad humana igualitaria. Una sacudida individualista.
Va a ser muy difícil en la práctica la aplicación de las medidas radicales anunciadas por un hombre que encendía una motosierra en sus presentaciones para denotar los recortes que haría al gasto público. El mismo que propuso la desaparición del Banco Central argentino y la privatización como respuesta a la ola de intervencionismo del Estado en la vida personal, pero sin duda lo que vemos en Argentina en los próximos años será objeto de estudio.
Detrás de Milei estará presente la obra intelectual inspiradora de Rand que creó un movimiento en Nueva York en los años cuarenta que se denominó la “Clase 43” primero, y luego Movimiento Objetivista que sostenía el egoísmo racional como virtud moral, el individualismo ontológico y el capitalismo laissez-faire. Fue tal el impacto que la novela fue llevada al cine en 1949. La propia Rand escribió el guión de la película y Gary Cooper interpretó el papel de Roark. Y ella misma será interpretada por Helen Mirren en otra cinta denominada “La pasión de Ayn Rand”, de 1999, que ahora sería oportuno revisar para entender las fuentes de donde se nutre el argentino.
Aquel movimiento siguió influyendo primero en la revolución conservadora de Ronald Reagan; y luego en los grupos de reacción a las reformas liberales de Clinton y de Obama. Muchos de sus seguidores los encontramos ahora en el entorno de Donald Trump como el caso de Mike Pompeo, quien se declaró admirador de sus obras.
Hasta ahora, las ideas libertarias habían sido una guía teórica para sus admiradores, pero a partir del mes próximo, se puede convertir en la guía política de un mandatario que podría tener tras de sí a muchos de esos poderosos admiradores consigo.
Para entender de mejor forma lo que significa la llegada de Javier Milei hay que pasar por “El Manantial” de Ayn Rand y por “Anarquía, Estado y Utopía” de Robert Nozick, y observar la acción de los grupos libertarios estadounidenses y de los millonarios globales que concuerdan con él. Argentina se puede convertir en un experimento político, que si se combina con un ascenso de Trump, puede cambiar el panorama del continente en poco tiempo.
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