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Después de la consulta, la campaña

El fin de semana comenzó la famosa consulta sobre el pacto fiscal en la que se pregunta, a los jaliscienses que deseen participar, si creemos que es necesario revisar la manera en que la federación aplica el pacto fiscal vigente y si éste debe ser modificado. La única respuesta posible es sí, pues es el equivalente a que nos pregunten si nuestros gobernantes deben o no cumplir con sus responsabilidades, pues cada año los señores representantes, esos que llamamos diputados, tienen la obligación de hacerlo.

Ya sabemos que la respuesta es sí, la duda es cuántos jaliscienses participarán. El dato, sin embargo, tampoco es trascendente: lo único que indicará el porcentaje de participación es la capacidad de movilización que tengan los gobiernos de MC (con recursos nuestros, por supuesto), pues la mayoría de los votantes son producto de operativos organizados desde el gobierno del estado y algunos municipios. Dicho en palabras llanas: de lo que se trata la consulta es de subir al alfarismo a la báscula para ver si da el peso para competir en las divisiones nacionales.

Ya ganó el sí. Bravo. ¿Cómo vamos a medir el éxito o fracaso, cómo mediremos el cumplimiento del gobierno al mandato de defender a Jalisco del maltrato de la federación? Un indicador podría ser la inversión pública federal en el estado el próximo año. Suponiendo que ésta crezca significativamente, que el presidente de la república se sienta interpelado por el triunfo claro, contundente e inobjetable (cualquier reminiscencia al partidazo es mera coincidencia) del sí en la consulta y libere recursos para comenzar la Línea 4 del Tren Eléctrico, terminar los proyectos para dotación de agua, que inicie el libramiento de Puerto Vallarta, se liberen recursos para carreteras, etcétera. Otro indicador de éxito y signo inequívoco de que la consulta tuvo sentido sería que se convoque a una convención hacendaria donde los estados y la federación cambien la forma de relacionarse y lleguemos a una nueva forma de cobrar y gastar los impuestos que generamos los jaliscienses.  

Podemos apostar, sin embargo, que no sucederá ni una cosa ni otra. Lo más probable es que en vísperas de Navidad, en esos días en que la gente anda de fiesta y los guajolotes intuyen que tanta comida no augura nada bueno, tengamos el gran anuncio de que los pocos pero bien acarreados jaliscienses han dado el mandato al señor gobernador de que haga lo conducente (esta es una de las palabras más hermosas que nos ha dado el burocratañol) para defender los intereses del estado (lo mismo, por cierto, juró hacer el día que tomó posesión como gobernador) y que él interpretará como que puede gastar recursos públicos para iniciar una gran campaña… para defender a Jalisco, por supuesto.

Dicho en palabras llanas: de lo que se trata la consulta es de subir al alfarismo a la báscula para ver si da el peso para competir en las divisiones nacionales

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