Desastres y ecología
En realidad somos más propensos a escuchar y seguir sensacionalismos que palabras motivadoras que alimenten lamente con serias reflexiones… y no digo que esto sea de hoy, ya sabemos que desde siempre, en muchos ambientes, incluso los más sencillos, tiene buen palco el chisme. Tal vez los comunicadores hemos propiciado que esto se acreciente… Porque todos sabemos: que lo bueno no es noticia.
El más reciente y actual de esta realidad es el ejemplo de San Gabriel. O dime: ¿Sabías acaso que esta población del sur de Jalisco antes de la conquista pertenecía al Reino de Colimán con el nombre de Amollan o Amole, y que en la época colonial se le dio el nombre de San Gabriel? ¿Y que en 1934 se le cambió el nombre por el de Venustiano Carranza y que los habitantes de esta población nunca estuvieron de acuerdo?
¿Sabías también que el año 1993, por insistencia de la población y con decreto oficial recuperó su nombre de San Gabriel?
Pero todo esto, si lo mencionaron los diarios o las emisoras no fue “noticia” o por lo menos relevante.
Las crecidas del río “Salsipuedes”, los incendios y la desforestación del entorno, ocuparon más espacio, pero todavía poco hubo poco impacto. Mayor fue el de los accidentes y desastres causados por las inundaciones…
Pero ahora que se ponen de relieve los escándalos que mencionan a personas importantes implicadas en el
negocio, eso sí llama la atención y das más tema para hablar, e incluso impulsa a tomar postura.
Pero el aspecto ecológico, los efectos de la desforestación y de los monocultivos que en algún momento pueden producir jugosas ganancias pero que a la larga ocasionan problemas severos en el conjunto del eco-sistema esos ni se toman en cuenta.
Ciertamente los incendios y desastres y lo sucedido en San Gabriel no es comparable en dimensiones a aquello de la Amazonia, pero cada caso particular, tiene su importancia en el conjunto.
Sin contar lo que pudiera suceder en el caso de que las nuevas plantaciones fueran víctimas de una plaga y que por lo tanto ya no producen, o que si las abejas se extinguen y falta la “mano de obra” para la polinización.
En resumidas cuentas podremos seguir hablando mucho más largamente de ecología, porque es bien cierta aquella sentencia popular que afirma:
Dios siempre perdona,
El ser humano a veces perdona.
Pero la naturaleza nunca perdona…
Y la naturaleza es obediente a las leyes inmutables que se le asignaron en la creación.
Pero más que nada, hoy queríamos referimos a la influencia que tienen en la mente lo que nos llega por la infinidad de medios que actualmente nos invaden y a la resonancia que les permitimos en nuestro ser.
Por lo tanto, es bueno orar para pedir a Dios que nos enseñe a cuidar nuestra ecología mental y prometerle que protegeremos la ambiental.