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Delfina: el nombramiento y la reacción

Penosa, por no decir patética, ha sido la reacción de algunos políticos de oposición, particularmente de algunos panistas, en las redes sociales sobre el nombramiento de Delfina Gómez Álvarez al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Más allá de las calificaciones de la maestra Delfina para estar al frente de la Secretaría, eso lo discutiremos más adelante, el clasismo, esta especie de racismo a la mexicana, ha aflorado de manera por demás preocupante. Es cierto que el presidente polariza, pero más lo es que los polos han ido perdiendo toda vergüenza.

México ha tenido extraordinarios secretarios de Educación como Ignacio Ramírez, José Vasconcelos, Agustín Yáñez o Jesús Reyes Heroles, por citar sólo a mis favoritos, pero son la excepción, la mayoría han sido políticos intercambiables, unos mejor que otros, pero políticos al fin cuyas credenciales en materia de educación están muy lejos de ser el ideal, como Manuel Bartlett, Fausto Alzati, Emilio Chuayffet, Josefina Vázquez Mota o Esteban Moctezuma, por citar algunos recientes. 

A diferencia de estos últimos, Delfina Gómez Álvarez es, además de una mujer que se ha dedicado a la política, una maestra con 30 años de experiencia en las aulas y con una maestría en Educación en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y otra en Administración de Instituciones Educativas en el Tec de Monterrey. Si comparamos su currículum con el de la otra mujer que estuvo al cargo de esta Secretaría, Josefina Vázquez Mota, el de Delfina es absolutamente superior, a menos que alguien considere que escribir un libro de auto ayuda titulado “Dios mío hazme viuda por favor” tenga más mérito que el paso por las aulas o que un curso del Ipade de Dirección de Empresas sea mejor que una maestría en la UPN o en el Tec de Monterrey; o que ser diputada sea más importante que alcaldesa de Texcoco. A Delfina Gómez se le critica por ser cercana al presidente, nada distinto a la mayoría de los secretarios de todos los sexenios.

Que por primera vez en años tengamos al frente de la SEP a una mujer con experiencia en las aulas es un privilegio. Que además tenga experiencia política es un plus

Que por primera vez en años tengamos al frente de la Secretaría de Educación a una mujer con experiencia en las aulas es un privilegio. Que además tenga experiencia política es un plus. ¿Tendrá la capacidad de ejercer un proyecto propio en un gobierno tan centralista como el de López Obrador?, ¿podrá mover al elefante avejentado que es el sistema educativo mexicano?, ¿tendremos al fin una secretaria que le hable a los maestros en su idioma? Todo eso está por verse y, como a cualquier secretario o secretaria de Estado hay que exigirles, pero descalificarla por su origen social de lo que habla es del terrible daño que la educación privada elitista le ha hecho a este país.

diego.petersen@informador.com.mx
 

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